Chile tiene una deuda con Belén
Todo Chile se estremece con la situación de una pequeña de 11 años que espera un hijo. Es así de preocupante porque el abuso hacia los niños se presenta de diversas maneras y no es sólo sexual.
En una sociedad adulto céntrica como la nuestra, los niños son abusados a diario: abusados cuando desmerecemos sus sentimientos, cuando obviamos sus necesidades y creemos que las nuestras (de adulto) tienen mayor importancia, cuando los obligamos a realizar actividades que no son propias de su edad, etc.
Vivimos generando violencias que pasan desapercibidas, pero que tienen secuelas en nuestros niños, en nosotros.
Belén es y ha sido vulnerada: por descuido, desamparo, por negligencia. Nos impacta porque la madre verbaliza con naturalidad lo que ha sucedido con su hija, porque justifica al agresor, porque no es capaz de ver a Belén como todos nosotros lo hacemos: como niña, porque vemos a una madre convertirse en agresora, eso nos remueve.
Da la impresión que lo que más nos inquieta del tema es que sabemos con certeza que no es la única, que son muchas las Belén que necesitan ser defendidas, cuidadas, reparadas. Sabemos que oculta en los recovecos de nuestro país hay más violencia, más abuso infantil, más violaciones de las cuales nunca tendremos noticia.
El caso de Belén nos estremece porque la consecuencia del abuso, de las violaciones y de la violencia a la que ha estado expuesta una niña de 11 años, está a la vista: un embarazo.
El discurso social no perdona, cada vez que una mujer espera un hijo propone quedó embarazada está embarazada, obviando tal vez lo evidente que es que el embarazo deviene de una actividad conjunta - por decirlo de alguna manera concreta.
Belén está expuesta a la re victimización constante, no podremos cuidarla de recordar fehacientemente lo que sucedió. Cae nuevamente en desamparo. No dudo de su sentimiento de impotencia, frustración y rabia, que es probable que se mantenga ya que realizar una función materna que no eligió la pone en el lugar del sometimiento, nuevamente.
Tenemos una deuda con Belén, una responsabilidad como país, no podemos olvidarla, no podemos volver a descuidarla.
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