El reciente estudio elaborado por el Centro de Proyectos Sociales (CPS) de la Universidad Gabriela Mistral y la Red ELEAM, titulado Encuesta Nacional de Caracterización ELEAM (2025), no es solo un informe técnico: es un espejo incómodo que nos obliga a mirar de frente cómo Chile está resolviendo, o dejando sin resolver, el cuidado en un país que envejece aceleradamente. Sus datos no solo describen; interpelan, tensionan y abren preguntas que el debate público ha postergado por demasiado tiempo.
La primera constatación es dura: el cuidado residencial en Chile está privatizado de facto. El 97% de los Establecimientos de Larga Estadía para Adultos Mayores (ELEAM) es privado y su financiamiento depende principalmente de las familias. El Estado, que declara el cuidado como un derecho social, aparece fundamentalmente como fiscalizador y subsidiador marginal, no como cogarante efectivo. Esta contradicción estructural abre una pregunta que el estudio del CPS–U. Gabriela Mistral y la Red ELEAM deja flotando: ¿Puede existir un derecho social cuando su provisión recae casi por completo en el mercado y en la filantropía?
La radiografía de quienes viven en los ELEAM es igualmente reveladora. La mayoría de los residentes supera los 80 años, presenta altos niveles de dependencia y, en muchos casos, escasas redes familiares activas. Menos del 6% es autovalente. A esto se suma un dato preocupante: el 64% de los establecimientos no tiene información socioeconómica completa de sus residentes. Estamos cuidando a las personas más frágiles con la información más incompleta, gestionando decisiones complejas con instrumentos parciales y sin un sistema robusto de caracterización social que permita un acompañamiento integral.
La sostenibilidad del sector está en riesgo, porque 52% de los ELEAM ha pensado en cerrar, y no solo por razones financieras. El motivo más frecuente es la "soledad institucional": la sensación de sostener cuidados complejos sin apoyo, sin acompañamiento técnico y sin una red estatal que contribuya a la gestión y al bienestar de los equipos. El país habla de soledad en la vejez, pero este estudio revela otra soledad menos visible: la de quienes cuidan instituciones, la de quienes conducen ELEAM que, pese a todos los obstáculos, siguen funcionando.
La situación laboral tampoco deja indiferente. La mayoría de quienes trabajan en estos establecimientos son mujeres cuidadoras de trato directo, con jornadas extensas, baja sindicalización y espacios limitados para desarrollar una carrera laboral. Aunque 81% del personal ha recibido o está recibiendo capacitación, Chile aún no cuenta con un estándar nacional de competencias ni con una trayectoria profesional consolidada que dignifique el trabajo de cuidados. La paradoja es evidente: se trata de un trabajo esencial para la vida, pero todavía tratado como marginal en su reconocimiento formal.
A esto se suma la gran ausencia del componente social y comunitario. La normativa se cumple con más facilidad en lo sanitario que en lo social. Son pocos los ELEAM que cuentan con profesionales del área social, con planes de integración comunitaria o con articulación sistemática con redes territoriales. Los establecimientos corren el riesgo de convertirse en islas de cuidado, instituciones que resuelven lo mínimo necesario, pero sin el andamiaje relacional que vuelve digna la experiencia de envejecer acompañado.
El estudio del CPS y la Red ELEAM deja, al menos, cinco interpelaciones urgentes. Primero, repensar el financiamiento del cuidado residencial hacia un modelo mixto, justo y sostenible. Segundo, acompañar con apoyo técnico y recursos la transición al Decreto 20, para que la mejora regulatoria sea vivida como oportunidad y no como amenaza. Tercero, cuidar también a quienes cuidan instituciones, porque la sostenibilidad emocional y organizacional de los ELEAM es tan importante como su infraestructura. Cuarto, reforzar el componente social y comunitario como eje de calidad y no como un accesorio. Y quinto, reconocer al cuidado como infraestructura social crítica, tan esencial para un país que envejece como lo son la vivienda, la salud o la educación.
Chile está ante una definición histórica: o construye un sistema de cuidados capaz de acompañar vidas más largas con dignidad y derechos, o seguirá delegando esta responsabilidad en familias agotadas y en instituciones que operan al borde de sus posibilidades. La Encuesta Nacional de Caracterización ELEAM (2025) no busca alarmar, sino clarificar. Nos recuerda que un país que cuida bien es un país donde vale la pena envejecer. Y que la nueva longevidad exige no solo más años de vida, sino mejores formas de vivirlos y acompañarlos.
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