Estupefacta quedó la ciudadanía al ver el reportaje emitido hace algunos días titulado "Tren de Aragua... preocupa a Chile". En mi quehacer al interior de diferentes centros penales se olía lo que venía. Cuántos años que advertí de este riesgo, sin que le importara a alguien.
Me da la impresión que mientras algunas autoridades policiales buscaban afanosamente la debilidad del sistema, para robar y enriquecerse, se descuidó el ingreso de estos indeseables sujetos. Negligencia fatal que fue aprovechada por quienes buscaban asentarse en este país para delinquir, traficar, torturar y matar.
Tengo la impresión que nuestras policías, el Poder Judicial y el propio Estado no tienen la calificación suficiente para resolver debidamente el siniestro e inédito modo de actuar de estas bandas.
Nuestras cárceles atiborradas, procesos interminables, impunidad, estado de Derecho prácticamente paralizado. Una realidad que no se sabe cómo abordar, que supera y amenaza naufragio. Si nos desborda el quehacer de la propia casa, ¿cómo lidiar con lo que se desconoce?
No será el tiempo donde, sin mezquindad y politiquerías sesgadas, se trabaje ampliamente -tanto con los inmigrantes como el mundo de la delincuencia- con instituciones que han demostrado ser eficientes en la tarea de acoger, integrar, preparar, recuperar y socializar.
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