Suena el teléfono, apenas vibra y medio segundo después ya está desbloqueado, en mi mano abierta veo una notificación que dice: "Júpiter estará cerca de la luna esta noche". Veo el cielo y llueve torrencialmente en La Araucanía ¡Uf! Y yo que pensé que era importante todo lo que me contaba mi teléfono.
¿Qué ocurre? El problema no es Júpiter ni nada, soy yo con mi nomofobia(1) y mi permanente estado de alerta a la información que podría llegar a mi celular, para mantenerme "al tanto" de todo.
Antes, el aparato celular era un equipo muy entretenido, tenía unos pájaros que tirados por el aire botaban a unos chanchos, pero ya no, ahora sirve para hacer cosas de trabajo. Un colega me dice que no debo mandar asuntos laborales por WhatsApp, quizás tiene razón, quizás el límite de la vida o "no vida" está en una pantalla retro iluminada, en este mundo que no se detiene. ¿Tenemos un límite entre lo que podemos o no podemos hacer en el mundo digital?
Mis estudiantes a veces me escriben correos los fines de semana, a altas horas de la madrugada, con el asunto "urgente", pidiendo una reunión para una hora determinada de la semana. Cuando les contesto el lunes a media mañana, preguntando por los temas de la reunión y señalando mi disponibilidad de juntarnos digitalmente, simplemente no responden el correo, al parecer el requerimiento no era tan urgente como decía el asunto del correo.
Da igual cómo estemos usando las redes sociales y los equipos celulares, si las redes nos sirven sólo para saber que está pasando o para tener la primicia de lo ocurrido al otro lado del mundo o de ciudad, todas esas noticias aparecerán añejas en el diario de mañana. ¿Será parte de este nuevo "mundo que todo lo sabe" esta adicción a estar conectados con los demás? No creo que sea una adicción moderna, sino por el contrario, el mundo digital sólo aumenta la necesidad de "saber la copucha" y que esa copucha crezca, crezca y estalle, un "tema musical" bastante antiguo que sigue completamente vigente.
Todos queremos saber el ribete de la última noticia, lo que ocurrió la hora anterior, el dato duro de los damnificados por una u otra catástrofe, además de querer leer hasta el último correo que nos llegue al buzón y la última notificación de nuestras redes sociales, aplicaciones de compra o de vitrineo. ¿Somos esclavos del teléfono y sus notificaciones? Bueno, la respuesta es una: sí.
Todos nosotros nos sentimos incómodos en algún momento cuando dejamos el celular en casa, no obstante, luego del paso del tiempo y cuando volvemos por el aparato nos podemos dar cuenta que en el fondo, en esas horas sin celular, fuimos libres.
Cuando pienso en los automóviles que se conducirán solos, autónomos o esa especie de drones que irán y vendrán por los carreteras o espacios como los que vimos en "Volver al Futuro" (futuro que ya no ocurrió), pienso en que esos vehículos serán autotripulados para que podamos ver la pantalla del celular. Será más seguro, quizás y de una vez por todas, los humanos dejemos de tratar de poner atención en dos cosas y nos dediquemos a conducir o poner atención a todas las notificaciones recibidas en el teléfono celular.
(1) Fobia o aversión a estar lejos del teléfono móvil, del inglés no mobile phone phobia.
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