El tema de la migración en Chile ha estado en la palestra y vuelve a ella cada cierto tiempo, esta semana conocimos la vergonzosa, racista, xenófoba, aporófoba acción de grupos de compatriotas en contra de migrantes en la ciudad de Iquique. Indigna, entristece y frustra pensar que existen hermanos/as que pueden creer y sentir como enemigos a quienes migran a Chile, por más ilegal que esta migración fuere: detrás de esas personas hay seres humanos que nos interpelan y que nos exigen consecuencia con nuestras concepciones morales y con las obligaciones del Estado de Chile con el Derecho internacional de los Derechos Humanos.
La migración no atenta en contra de nuestros intereses nacionales, muy por el contrario es y puede ser un factor de potenciamiento cultural y económico de nuestro país.
El problema de fondo nuevamente está en este modelo politico, social, cultural, económico que tiene nombre y apellido, y se llama capitalismo; un sistema que genera grandes desigualdades y desequilibrios económicos, discrimina, persigue y criminaliza a los pobres y marginados de nuestras sociedades, una de cuyas expresiones hoy está en los migrantes.
Parece necesario recordarle al Estado de Chile que suscribió la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que en su artículo 13 establece:
"1.Toda persona tiene derecho a circular libremente y a elegir su residencia en el territorio de un Estado.
2. Toda persona tiene derecho a salir de cualquier país, incluso del propio, y a regresar a su país."
En la actualidad frente al fenómeno migratorio, que objetivamente crece día a día y que indiscutiblemente genera problemas internos de distinto orden, la acción del Gobierno y su discurso manifiestamente xenófeno ha generado en parte importante de nuestra población una connotación negativa de migrante y de la concepción de la migración la que genera rechazo, ya que se basa en perjuicios y mitos usualmente falsos.
En este sentido no podemos olvidar que el Gobierno rechazó "el Pacto Mundial para una Migración Segura, Ordenada y Regular" de julio de 2018, propuesto por Naciones Unidas y suscrito por 180 países que la integran, bajo falsos argumentos de que lesionaba la soberanía, cuando sabemos que este pacto es jurídicamente no vinculante y "se basa en los valores de la soberanía del Estado, la responsabilidad compartida, la no discriminación y los derechos humanos y reconoce que se requiere de un enfoque cooperativo para optimizar los beneficios generales de la migración, al tiempo que se abordan los riesgos y desafíos para las personas y las comunidades en los países de origen, tránsito y destino"(1).
Este rechazo del Estado significó un claro retroceso en la evolución del principio pro-homine(2), y otra vulneración del Derecho Internacional de los Derechos Humanos.
El Pacto Mundial sobre Migración representaba, y sigue representando hoy, una oportunidad histórica para mejorar la cooperación internacional en materia de migración y para fortalecer las contribuciones de los migrantes y la migración al desarrollo sostenible. Todo esto porque en el contenido del pacto se establecen 23 objetivos y se proponen estrategias para ordenar la migración mundialmente.
A diferencia del discurso oficial, que se ha instituido en parte de la comunidad, la migración presenta enormes oportunidades y beneficios para los migrantes, las comunidades de acogida y las comunidades de origen. Sin embargo, cuando está mal regulada puede crear problemas significativos. Estos incluyen, dificultades en las infraestructuras sociales ante la llegada de un gran número de personas y condiciones de vida indigna, persecución, represión para estas.
Por ello se hace necesario, ante la emergencia migratoria que se vive, que el Gobierno asuma la propuesta de especialistas y se cree con urgencia alberges de tránsito en Colchane, Huara e Iquique; y exprese un claro reconocimiento de la migración como un derecho humano universal y sume su adhesión al Pacto Mundial de Migración. Estas parecen ser las primeras medidas que el Estado debe adoptar para evitar se desencadene una ola de discriminación, rechazo, desprecio, agresiones, a propósito de la xenofobia y de la aporofobia (el rechazo al pobre) que tuvieron expresiones tan tristes e intorelables como lo que observamos en las calles de Iquique.
Porque migrar es un derecho humano.
(1) Ver en: https://www.un.org/es/conf/migration/global-compact-for-safe-orderly-regular-migration.shtml
(2) El Principio Pro Homine es un criterio interpretativo que informa todo el derecho de los derechos humanos, en virtud del cual se debe acudir a la norma o aplicar la interpretación más favorable y extensiva a la persona o a la comunidad, cuando se trata de reconocer o proteger derechos de estas.
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