Recientemente hemos sido testigos de una dura ofensiva en contra de los derechos de las personas trans, particularmente de niños, niñas y jóvenes. La ultra derecha, ignorando la evidencia científica y los testimonios de familias, ha buscado instalar mentiras y odiosidad para destruir políticas públicas tan importantes como el Programa de Acompañamiento a la Identidad de Género, creado durante el gobierno de Sebastián Piñera. Esto se ha visto reflejado, por ejemplo, en la discusión del presupuesto nacional donde buscan dejar sin financiamiento este programa.
¿Qué hay detrás de esta arremetida? Es común escuchar argumentos absurdos como que queremos pervertir a la niñez y destruir la familia, cuestión que no resiste análisis, porque precisamente lo que buscamos es defender los derechos de la niñez y proteger a las familias de personas LGBTI+ en todo momento, pero hay un argumento que me parece más peligroso y quiero analizar en estos párrafos. La ultra derecha sostiene que somos "woke" por defender los derechos de las diversidades sexuales y que, producto de ello, hemos olvidado las verdaderas prioridades de la gente, gastando recursos vitales en políticas identitarias. Nada más alejado de la realidad. Vamos por parte.
Primero, estos programas no implican un gran gasto para el Estado: son programas pequeños pero que pueden salvar vidas, rescatando a niños, niñas y jóvenes de la discriminación y sus terribles consecuencias, como la desescolarización, la depresión o incluso el suicidio. En segundo lugar, cuando nos dicen que es culpa de las políticas de diversidad sexual que no se atiendan prioridades ciudadanas, caen en una tremenda falacia y arman una cortina de humo para desviar el foco del debate. Porque la culpa de que no tengamos recursos suficientes -para la salud, la educación y la seguridad de las personas- es de la irracionalidad del mercado que reina en todos los aspectos de nuestras vidas, generando injusticia y desigualdad. Y quienes mantienen esta situación son los que se niegan a avanzar en una reforma tributaria que le traiga recursos frescos al Estado para invertir en la gente, los mismos que se niegan a fortalecer nuestros servicios públicos por su dogmatismo ideológico pro mercado y privatización.
Lo que hacen es enfrentar al de abajo con el de más abajo, como si de eso se tratara el problema, cuando el 1% más rico del país concentra la mayoría de los recursos de Chile. Todo esto busca desviar el foco de lo que nos importa a todas las personas, incluidas las diversidades sexuales; salud, educación, trabajo, seguridad y pensiones. Estos temas nos cruzan a todas y todos, y son los defensores de las AFP, isapre y la educación de mercado quienes deberían salir al pizarrón, no quienes defendemos la igualdad y la libertad de todas las personas como un valor fundamental para la sociedad.
Entonces, lo que está detrás de esta ofensiva internacional contra las diversidades sexuales -particularmente contra las personas trans- es un intento de instalar un enemigo interno, fragmentando a la ciudadanía, para evitar que pongamos la atención donde corresponde. De paso, buscan dejar sin derechos a grupos históricamente discriminados.
En estos momentos difíciles nos necesitamos más que nunca unidos y organizados, quienes aman a personas LGBTI+, quienes conocen a familias de niños y niñas trans, a las fuerzas progresistas y al Gobierno. Necesitamos nuestro compromiso firme para no retroceder y seguir avanzando.
Hablan de libertad, pero buscan restringirla para quienes no piensan como ellos. Dicen los niños primero, pero ponen en último lugar a los niños y niñas cuando los discriminan. Vociferan con mis hijos no te metas, pero se meten con los hijos de quienes no viven como ellos. Creen defender la familia, pero quieren dejar sin derechos a las familias diversas. Notable hipocresía.
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