Hace algunos días tuve la oportunidad de participar en el tercer foro internacional sobre vínculos urbano-rurales organizado por ONU-Habitat, el programa de Naciones Unidas para los Asentamientos Humanos, en Songyang, ciudad de Lishui, provincia de Zhejiang, en China.
El encuentro reunió a un diverso grupo de representantes políticos e investigadores de más de 18 países a nivel mundial. A través de distintas exposiciones, mesas de discusión e intercambio de experiencias en visitas a espacios patrimoniales y de producción agrícola, se abordaron las brechas que siguen marcando una distancia en el desarrollo de los territorios rurales con sus pares urbanos. A partir de la experiencia vivida en China, quisiera destacar algunas ideas que me parecen relevantes para el debate nacional.
Lo primero, es entender que la ruralidad es un espacio de importancia para los distintos países y en todos los continentes. Hay consenso en que la ruralidad es el lugar donde la naturaleza se expresa con mayor libertad, es fuente de biodiversidad y gran reserva de medios de vida. Por eso, es un lugar crucial para el debate en torno al cambio climático. Al mismo tiempo, es fuente de energías, materias primas y alimentos que abastecen las mesas de todo el mundo. Es un espacio productivo de alta relevancia. Y es un mosaico de culturas, tradición y modernidad que enorgullece a todos las sociedades, no por nada mucho de los rasgos identitarios que resaltan los atractivos turísticos en todos los países están vinculados al mundo rural.
Lo segundo es entender que este espacio de importancia por sus cualidades medioambientales, productivas y culturales está experimentando una transformación acelerada, al igual que las sociedades urbanas. La ruralidad ya no es lo exótico, al contrario, está cada vez más conectada al mundo urbano. Hay voces más conservadoras que apuestan por mantener lo rural distanciado de lo urbano, como dos mundos contrarios, pero lo cierto es que sus imbricaciones son incontestables y saber aprovechar estas interconexiones puede aportar mucho para fortalecer la ruralidad. En distintas presentaciones y visitas pudimos ver cómo experiencias de e-commerce, turismo, industrias locales y otras iniciativas están revitalizando un mundo rural que envejece a nivel global. La experimentación entre claves tradicionales e innovación es crucial en este punto, para aprovechar todo el conocimiento que la ruralidad ha acumulado y puede poner al servicio de la sociedad.
Finalmente, fortalecer la ruralidad está estrechamente vinculado a mejorar la calidad de vida de sus habitantes y, con ello, atraer y no expulsar población. Esto quiere decir, entonces, mejorar las condiciones de vida y las oportunidades en su amplia gama de territorios, generar acceso a servicios, aumentar la calidad de los empleos, en fin, hacer de este espacio un lugar habitable, en el amplio sentido del concepto. Y para esto, se requiere de reformas e inversión a nivel educativo, de fomento y producción, de logística, transporte, arquitectura y un largo etcétera. En otras palabras, se requiere de una mirada ambiciosa que esté a la altura del valor que posee la ruralidad.
Frente a esto último, en el foro se destacó la necesidad de empujar con mayor fuerza las reformas que mejoren las condiciones de vida en la ruralidad y permitan el desarrollo de sus territorios. En torno a esto último, también se destacó la dificultad de construir políticas públicas y de inversión a la altura de los desafíos, no tanto por el costo de las transformaciones, si no por la dificultad de construir consensos, especialmente entre los países de occidente. Sobre esta base, un concepto que apareció y giró en las mesas fue practicar un reformismo de acupuntura, a propósito de la tradicional práctica medicinal china. Esto es un reformismo acotado, realista, que sepa donde destrabar, incluso en aspectos legales, los cuellos de botella que ralentizan el desarrollo rural. Empezar de cero tomaría mucho tiempo, y no hay mucho tiempo. También se han realizado avances que no se pueden desconocer. Por eso, ante la imposibilidad de construir grandes acuerdos, tal vez se puede hacer algo mucho más pragmático, identificar solo algunos puntos donde presionar y que permita darle fluidez a los cambios, tal como plantea la acupuntura.
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