Terrorismo, delincuencia narcotráfico, inmigrantes, agresiones ¿hay solución?

Las acciones violentas aumentan en número y gravedad en todos los periodos gubernamentales. Narcotráfico, delincuencia ordinaria, posiciones violentas en Lla Araucanía, toma de vía por los camioneros... No hay solución ni cívica, ni política, ni institucional. Los intentos de control de la situación tienen escasos resultados. El Presidente llama a un gran acuerdo cívico-político-policial para tratar la situación ¿tiene esperanza el proyecto?

Las ¿soluciones? han sido mayoritariamente por vía de represión policial o militar. Estas acciones tapan más bien el problema, pero no van a las causas, son sintomáticas o cosméticas. Se complican por la confusión de organismos policiales que cometieron agresiones con lesiones graves a ciudadanos que manifestaban descontento y fueron incluidos en grupos delictuales. Se hace más difícil cuando políticos o autoridades han confundido ideológicamente la manifestación por justicia social con manifestaciones delictuales para desprestigiar las primeras y mantener sus posiciones afines a esa injusticia. Por otra parte, algunos quieren que las acciones delictuales de una manifestación que reclama justicia social sean aceptadas sin culpabilidad por ser, a su juicio, políticas.

Nadie o pocos se dedican a una solución integral, que incluya las causas según su jerarquía. La causal más importante es la segregación social en Chile, que produce o es producida por el acceso abismalmente desigual e injusto a la riqueza, a la distribución del ingreso, al poder, vivienda, propiedad, educación, salud, etc. El sistema capitalista es muy segregante y uno de los mayores causantes de la desigualdad. Publiqué que según el INE las 140 personas más ricas acceden al 18% de la riqueza, lo que significa 22.000 veces más que el promedio de los chilenos. ¿Cómo puede ocurrir esto? La riqueza la producimos todos y debería estar repartida equitativamente, todos deberíamos recibir la misma proporción de patrimonio, ingreso, vivienda, educación, salud, etc. Si alguno recibe más es porque de alguna forma recibe lo que le corresponde a los demás, y esto no solo es permitido, sino que fomentado por la Constitución y las leyes. Hay ricos que tienen cientos, miles y cientos de miles de hectáreas, cuando 12 millones o más de chilenos no tienen ni siquiera una. Es curioso ver cómo la nueva Constitución mantiene estas diferencias al mantener el derecho a propiedad y lo que es peor, mantiene la herencia con lo que el derecho a cuna regia y a miserable se consolida para siempre ¡Que decepción más grande!

Esperaba que la Constitución consagrara el derecho a equidad en el acceso a la propiedad, riqueza, bienes y acceso a servicios y aboliera de algún modo la herencia para que todo Chile naciera igual frente a la propiedad, a la riqueza, y a todos los bienes. Los que defienden el derecho a propiedad quieren negar su inicua distribución y la verdadera relación del ser humano con la naturaleza que no es de propiedad sino de pertenencia, como es para los Amerindios que han sido cruelmente segregados. El Estado chileno redujo en la Pacificación y Guerra de la Araucanía (1851-1883) el territorio de pueblos mapuche, huilliche y pehuenche en 93% del territorio entre el Biobío y el Toltén.

En ese 93% autorizó la instalación de chilenos y posteriormente de grandes empresas forestales, hidroeléctricas y otras; a esos pueblos originarios los confinó en reducciones (unas 3.000) en condiciones de vida muy pobres y sin autonomía. ¿Quién inició la violencia con miles de muertos, rucas quemadas, matanza de animales de crianza y destrucción de caseríos? ¿Quién inició y mantiene la violencia con la destrucción de la autonomía de esos pueblos y producción de su miseria educacional y sanitaria que ha causado y causa decenas de miles de muertos? ¿Quién inició la violencia con el ataque a sus concepciones religiosas e ideológicas que mantenían un equilibrio entre la producción sustentable y naturaleza de la zona? Para los amerindios la naturaleza (y el bosque nativo es un elemento capital), la tierra es su madre, el agua su sangre y el bosque es un santuario espiritual.

El Estado chileno los obliga a comprar o a aceptar ser propietario de su madre, le expropia a su madre e instala en ella forestales que destruyen los santuarios espirituales y el bosque nativo, reducen al máximo la diversidad biótica y causan por lo tanto un desastre ecológico que agrede duramente no solo a los amerindios, sino a todos los chilenos y a toda la humanidad. Las hidroeléctricas no lo hacen mejor. Embalsan la sangre de los amerindios, la obligan a encausarse para producir electricidad que se la venden a los amerindios a precios de mercado (al menos deberían regalárselas). No es el desastre ecológico lo más grave; es el desastre en la convivencia que instala una persecución religiosa, espiritual sobre creencias ancestrales, negando el respeto a la pluralidad de concepciones y valoraciones de mundo; y la Constituyente ha declarado la libertad de conciencia y religiosa. El amerindio tiene por convicción propiedad de la tierra; él se pertenece a la tierra. La relación con la naturaleza es de pertenencia, no de propiedad.

Otra decepción de la nueva Constitución. La declaración de propiedad y herencia niega esta otra concepción de relación con la naturaleza. Esperaba al menos que se declarara que hay dos concepciones que implican juridicidades radicalmente distintas; de partida no existe el equivalente de propiedad individual, todo es colectivo (como concepción). Es esta concepción la que se quiere destruir al asignar propiedades; otra persecución ideológica o religiosa. Miedo cerval a que esta concepción se generalice en Chile. La batalla la tienen perdida; la verdad le es opuesta, la ciencia ha demostrado que el ser humano ha sido generado por la naturaleza, se pertenece como proceso a ella, y no es que el ser humano pensando haya generado la naturaleza. Esta visión amerindia que es la bíblica (polvo eres y en polvo te convertirás) se impondrá le guste o no a la derecha o a la izquierda; porque de no aceptarla habrá inestabilidad estructural cultural-social y la violencia será eterna.

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