Vacaciones...

Las preguntas parecen sencillas, pero en muchos casos están cargadas de tensiones. ¿Tomarás tus vacaciones este verano o eres de los que prefiere el otoño o el invierno para descansar? ¿Si te vas de vacaciones, lograrás desconectar del trabajo? ¿Las disfrutarás con tu familia? ¿Tienes todo listo para esos días de descanso, o de nuevo se te cruza la preocupación por los pendientes laborales o por el costo de tomarte ese feriado?

En Chile, las vacaciones son un derecho reconocido, pero, paradójicamente, son poco aprovechadas en su totalidad.

La legislación establece que todos los trabajadores con contrato tienen derecho a 15 días hábiles de descanso al año, cantidad que puede aumentar con la antigüedad, pero que aún muchos no disfrutan. Y, aunque el descanso está asegurado por la ley, las estadísticas demuestran que más del 30% de los trabajadores chilenos no usa todos los días que les corresponden, a menudo por la presión de no querer quedar atrás en sus responsabilidades laborales. Ni hablar de ese 27% que trabaja de manera informal y para el que no hay posibilidad de detenerse. Tampoco de los profesionales obligados a crear empresas unipersonales para "prestar servicios" a una compañía madre, que no los considera "sus trabajadores".

Un estudio reciente de Black & White Research reveló datos interesantes sobre los planes vacacionales de los chilenos este 2025. Más del 60% prefiere destinos dentro del país, con un aumento significativo en las preferencias por el sur de Chile, destacando la Región de Los Lagos. Aunque el presupuesto sigue siendo una preocupación, el 45% planea gastar menos de $500.000 en sus vacaciones, reflejando una tendencia hacia el turismo interno y la economía consciente.

Históricamente, el derecho a las vacaciones ha sido un logro de las luchas laborales, que buscaban humanizar las condiciones de trabajo. En Chile, la ley de Descanso Dominical de 1907 marcó el inicio de una transformación que hoy reconocemos como esencial.

Las comparaciones pueden ser odiosas, pero nuestro país se encuentra en una posición intermedia en materia de vacaciones: mientras en Brasil los trabajadores disfrutan de 30 días anuales tras el primer año de contrato, en Estados Unidos no existe una legislación federal que garantice vacaciones pagadas, lo que deja este beneficio a discreción de los empleadores. Esto nos muestra que, aunque hemos avanzado, aún hay espacio para mejorar.

Más allá de las cifras, el impacto positivo de las vacaciones es incuestionable. Reduce el estrés, fomenta la creatividad y mejora las relaciones familiares. Desde la perspectiva empresarial, un trabajador descansado es más eficiente, creativo y motivado. Las firmas que fomentan una cultura de respeto por las vacaciones no solo cumplen con la ley, sino que también invierten en el bienestar de sus empleados, reduciendo el ausentismo y aumentando la productividad. La evidencia muestra que los trabajadores descansados son más leales y comprometidos con su trabajo.

Las vacaciones también impulsan la economía local, con beneficios tangibles para sectores como el turismo interno, generando empleos y fortaleciendo comunidades. Sin embargo, el verdadero valor de las vacaciones radica en su capacidad de reconectarnos con nosotros mismos y con los nuestros, más cuando Chile ya ha tomado por costumbre sorprendernos mes a mes o semana a semana y no siempre de buena manera.

Este 2025 trae consigo un panorama desafiante. Con el año laboral iniciándose efectivamente en marzo, la agenda estará marcada por las elecciones parlamentarias y presidenciales, así como por temas pendientes de alta relevancia. La necesidad de llegar a acuerdos políticos será crucial, especialmente en áreas como la reforma previsional y seguridad pública, temas de los que venimos hablando hace tiempo y que aparecen entre las preocupaciones crecientes de la ciudadanía. Estos desafíos requerirán energía, enfoque y resolución tanto de los líderes políticos como de la sociedad en general y para eso todos necesitamos estar descansados.

Lo digo cuando yo misma estoy (casi) partiendo de vacaciones. ¡Hasta el regreso!

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