¿Bajar las tarifas de las autopistas concesionadas?

Sin duda que la concesión de infraestructuras ha sido un importante mecanismo para atraer financiamiento y gestión de privados, ya que gran parte de la infraestructura de punta que tenemos en la actualidad, que incluye carreteras, aeropuertos, puertos, etc., no estaría disponible si no se hubiese implementado.

Sin embargo, se ha comenzado a generar un problema social, que se explica por el alto costo de los peajes, que financiamos todos nosotros, tanto a nivel urbano (dentro de la ciudad) como interurbano (entre ciudades).

Adicionalmente, muchos usuarios han percibido una merma en el nivel de servicio, derivada de la congestión en algunas plazas de peaje, que es responsabilidad de las empresas concesionarias. Como ejemplo está la autopista Nororiente, que corresponde a uno de los peajes más caros del país y donde existen colas sistemáticas en el período punta mañana.

No obstante, a nivel urbano, el alto costo del peaje tiene una externalidad positiva, que es el desincentivo al transporte privado en beneficio del transporte público.

Aun cuando no es una medida popular, a nivel urbano se debiera desincentivar el uso del automóvil (a través de un costo mayor) y fortalecer el transporte público.

Las ciudades que han optado por un camino distinto (beneficiando el automóvil) inexorablemente han fracasado, como por ejemplo Los Ángeles en EEUU, que es la ciudad más congestionada del mundo. Por lo tanto, no se debiera bajar el costo del peaje en carreteras urbanas, sino fortalecer la infraestructura para el transporte público.

A nivel interurbano es distinto, porque no tenemos la intensidad de la congestión urbana. Por lo tanto, sería interesante explorar mecanismos que pudieran bajar la tarifa y beneficiar a muchos usuarios.

Una propuesta que podría barajar el Estado para reducir las tarifas a nivel interurbano, o frenar su incremento, es aumentar el período de concesión.

Para el caso urbano, mi propuesta es no bajar la tarifa, pero sí aumentar el período de concesión, utilizando esos recursos adicionales para financiar (parcial o totalmente) infraestructura de transporte público, como corredores de buses, trenes ligeros o incluso líneas de metro.

Las ciudades que mejor resultado han tenido para abordar la congestión, como Londres, han fortalecido el transporte público y en ningún caso bajado el costo al transporte privado.

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