El Día Mundial Sin Auto -el último viernes de septiembre- invita a reflexionar sobre cómo nos movemos en nuestras ciudades. Más que dejar el vehículo en casa por unas horas, es una oportunidad para repensar y avanzar hacia movilidades seguras, inclusivas y sustentables. En Chile este debate se conecta con la actualización de la Política Nacional de Desarrollo Urbano (PNDU), fruto de un proceso de casi dos años de trabajo y consensos amplios entre consejeros/as del Consejo Nacional de Desarrollo Territorial y diversos actores sociales, académicos y territoriales.
La propuesta reconoce a la movilidad como un tema fundamental para la equidad territorial. Se plantean medidas tanto para mejorar la experiencia de movilidad como para mejorar la accesibilidad en las ciudades, incluyendo fortalecer el transporte público sustentable, impulsar la electromovilidad y priorizar redes peatonales y ciclovías seguras e integradas. Estas acciones apuntan también a reducir la dependencia del automóvil privado, mejorar la calidad del aire y contribuir a la mitigación del cambio climático.
El espacio público también cumple un rol central en esta propuesta. Parques, calles caminables y plazas seguras se conciben como infraestructuras esenciales que permiten trayectos más accesibles y resilientes frente a olas de calor, lluvias intensas o emergencias climáticas. Caminar o pedalear requiere condiciones urbanas adecuadas y la propuesta de actualización de la PNDU integra criterios ambientales y de seguridad en su planificación.
La idea de ciudad de proximidad complementa este cambio, pero debe pensarse desde la diversidad de ciudades que existen en Chile. No todas funcionan bajo la lógica metropolitana y muchas carecen de sistemas de transporte público adecuados, lo que dificulta que las personas dejen el automóvil. En distintas regiones también hay localidades que cumplen funciones complementarias y donde la movilidad interurbana es parte de la vida cotidiana, un aspecto que la planificación no puede seguir ignorando. Por lo mismo, servicios, cuidados, cultura y oportunidades deben pensarse en red y encontrarse a distancias abordables o bien conectadas mediante transporte público eficiente. Con múltiples centralidades urbanas se reduce la necesidad de largos desplazamientos y se fortalece la equidad territorial.
Este enfoque también permite visibilizar los viajes de cuidados y las diferencias de género en la movilidad. Muchas mujeres realizan trayectos cortos y múltiples que combinan actividades de cuidado, tareas domésticas, vínculos comunitarios entre otros, recorridos que históricamente han quedado fuera de la planificación más predictiva. Integrar estas experiencias resulta fundamental para diseñar ciudades que respondan a la vida cotidiana de todas las personas.
La actualización de la PNDU también refuerza mecanismos de participación ciudadana temprana, porque los sistemas de transporte y movilidad deben construirse con quienes los usan a diario.
El Día Mundial Sin Auto recuerda que la movilidad no puede seguir generando inequidades ni contaminación. Este llamado global se enlaza con los consensos alcanzados en Chile y entrega un marco renovado para avanzar hacia ciudades más justas, donde la experiencia de cada viaje cotidiano esté en el centro de la planificación.
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