Ferrocarriles ¿ahora sí?

Finalmente, el modo ferroviario se instaló como una alternativa en serio para una mejor conectividad de personas y, esperamos, para carga. El Presidente Boric ha insistido en reiteradas ocasiones en la necesidad de dotar a Chile de servicios ferroviarios de calidad; los ministros del área política (Secretaría General de la Presidencia y de Gobierno) nos han ilustrado por televisión acerca de los proyectos en carpeta y de los tiempos comprometidos para ello; los ministros sectoriales (Obras Públicas y de Transportes y Telecomunicaciones) han hecho importantes presentaciones en diferentes ocasiones, la última ante el pleno de la Cámara de Diputados, explicando las características de la nueva política ferroviaria.

Los objetivos que se han planteado son, "en una primera etapa desplegar servicios de pasajeros suburbanos, concentrándonos en las áreas de influencia de las capitales regionales donde EFE cuenta con red, de la Región de Valparaíso hasta la Región de Los Lagos. Luego, avanzar en la implementación de servicios interregionales de pasajeros en distancia media y larga". Paralelamente, han anunciado también la idea de "desarrollar nueva infraestructura para servicios de carga y elevar el estándar de calidad en sus operaciones".

Cabe destacar un aspecto de la propuesta del Gobierno: una forma ordenada de proponer lo que la administración anterior venía desarrollando ya desde hace un tiempo. La continuidad en las políticas públicas de esta naturaleza, tal como lo hemos reiterado como CPI, es fundamental para lograr avances sustantivos en políticas públicas en el área de la infraestructura y llevar a cabo los proyectos que le den sustento.

En efecto, un proyecto de infraestructura demora entre 6 y 8 años entre que se concibe hasta que comienza a prestar servicios. Por lo tanto, si ante cada cambio de gobierno se va a reinventar la política y sus proyectos, nos seguiremos dando vueltas en buenas intenciones sin avanzar mayormente. La señal de continuidad de la política ferroviaria es necesario valorarla en su debida dimensión.

Con esa misma convicción, es necesario insistir en algunas dificultades de las que correspondería hacerse cargo, mientras se avanza en los proyectos y su ejecución. Hay que pensar en una nueva arquitectura institucional para un modo de transporte tan importante como se supone serán los ferrocarriles. Hoy el diseño de la política está radicado principalmente en el MTT, aunque el MOP tiene voz y voto en las opciones de trenes a través del sistema de concesiones; EFE sería el ejecutor para los proyectos públicos, aunque sometido a las exigencias que el Sistema de Empresas (SEP) les pone a las firmas del Estado, y no tendría mayor injerencia en iniciativas que provienen del sector privado.

En el caso de los servicios ferroviarios de La Calera al norte, el Estado se declara prescindente, por ser estos servicios 100% privados. Revisemos mejor donde radicar las responsabilidades e incorporemos al país en su conjunto para así dar las señales que corresponden en una política pública de largo plazo para el sector.

Por su parte EFE, en el área de responsabilidad que le toca, es diseñador, promotor, constructor (no directamente, sino a través de terceros), prestador de servicios, entrega en concesión y regula.

Si vamos a crecer en servicios ferroviarios, también EFE debe pensar mejor los roles que le cabe cumplir y cómo asignarlos en la forma más eficiente posible, de modo de asegurar llevar adelante los planes que se le encomiendan, construir lo que sea necesario, invitar a privados a colaborar en los procesos de inversión y prestación de servicios, regular adecuadamente el uso de la infraestructura existente, entre otros.

Creemos que es posible avanzar en el despliegue de la cartera de inversiones comprometida y en un rediseño institucional para darle los respaldos necesarios a este nuevo (antiguo) modo de transporte, que interesa a todos su desarrollo de la forma más eficiente y efectiva posible.

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