Otra vez el Metro: alzas y comunidad

No cabe duda que luego de la implementación traumática del Transantiago el año 2007, el Metro de Santiago se  erigió como eje central  del transporte público capitalino. De hecho es la única pieza del plan que funciona con certeza y eficacia en el transporte de casi 3 millones de usuarios y usuarias diariamente. 

Más allá del uso - y abuso -  del gobierno  de la “marca Metro” en el cambio de denominacion de Transantiago a RED, usando los colores institucionales de los trenes en la nueva flota de buses, no se observa un interés genuino por fortalecer el rol del Estado en la planificación y propiedad del transporte público, como lo propusieron conspicuos Empresarios y ex presidentes, frente al fracaso de los privados en la gestion del transporte público. 

El alza anunciada, no se justifica frente a los millonarios subsidios que entrega el Estado. Además no se entiende la diferencia en el alza del pasaje en hora punta que fija la tarifa en 810 y 710 pesos para el Metro y los buses respectivamente, al mismo tiempo que la tarifa técnica, es decir lo que le entrega el sistema a Metro por pasajero transportado es de solo 480 pesos v/s los 790 pesos aproximadamente en el caso de los buses. Algo no cuadra.

Si bien las alzas son propuestas por una “comisión de expertos”, los cuadros directivos nombrados por el Presidente, no logran comprender que las acciones de la empresa impactan en la esfera pública y en la opinión de los ciudadanos.

Un ejemplo de ello es  la indiferencia demostrada con las decenas de campañas comunitarias para bautizar con nombres ligados a la cultura popular las estaciones de las nuevas líneas y que han sido desechadas por el directorio de la Empresa.

Esta ausencia de comprensión se expresa en el debate que se ha abierto sobre el diseño de la línea 7. No es suficiente la aplicación de manuales de responsabilidad social corporativa, dialogando sin escuchar finalmente a los vecinos como ocurrió en la polémica por la construcción del acceso en el parque forestal, atentando contra sentido común urbanístico y el de usuarios. 

Las Alzas y la gestión deficiente en las relaciones con la comunidad, nos pueden llevar a perder lo avanzado desde la crisis técnica el 2014, donde la ciudadanía nos castigó con bajas en la valoración del servicio. Es tiempo que junto a los anuncios de nuevas líneas de metro se establezcan procesos de participación social que le otorguen legitimidad al crecimiento de la red metroviaria.

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