Las celebraciones de Fiestas Patrias 2025 dejaron cifras que no podemos normalizar. En apenas cinco días se registraron 563 siniestros viales, con un saldo de 415 personas lesionadas y 23 fallecidas: siete en zonas urbanas y 16 en zonas rurales. Una vez más, la ruralidad aparece como el espacio más crítico, donde la menor fiscalización y la alta velocidad generan mayor letalidad.
Las causas confirman un patrón que se repite año tras año: 109 siniestros por conducción en estado de ebriedad, 96 por conducción no atenta a las condiciones del tránsito y un número significativo asociados al exceso de velocidad. No hablamos de fatalidades inevitables, sino de conductas evitables que se transforman en tragedias.
La fiscalización durante estas fechas también mostró cifras elocuentes. Carabineros realizó 86.933 controles, lo que equivale apenas a 4,25% del total de los traslados interurbanos. De ese universo, se aplicaron 24.569 alcotest (28,3% de los controles), con 337 positivos (1,37%), y solo 219 narcotest (0,25%), con 62 positivos (28,3%). Es decir, menos de uno de cada 100 vehículos fue sometido a un test de drogas en la semana más crítica del año. Y la pregunta inevitable es: si en un fin de semana coyuntural de máxima alerta la fiscalización es limitada, cuánto menos se hace en la rutina diaria del país.
A esto se suman 3.000 infracciones cursadas, de las cuales 69,5% corresponden al exceso de velocidad, 21,2% a no uso del cinturón de seguridad y 9,3% a no uso de sistemas de retención infantil. Estas cifras reflejan con claridad que los problemas no se reducen al alcohol o las drogas, sino a un conjunto de conductas de riesgo históricas que siguen siendo parte de la cultura vial chilena.
El ministro de Transportes señaló que este año fue "mejor" que el anterior, aunque reconoció que no corresponde felicitarse. Coincidimos plenamente: con 23 familias en duelo, no existen balances positivos. Cada vida perdida representa un fracaso colectivo, y medir el éxito solo por el flujo vehicular es desviar la mirada del verdadero problema.
La opinión pública, además, reconoce cuáles son las conductas de mayor riesgo: el uso del celular, la velocidad y la conducción bajo efectos de drogas y alcohol. Pero junto con identificar el problema, la ciudadanía expresa una creciente desconfianza hacia la capacidad real del Estado para fiscalizar y sancionar. Las leyes existen, pero si su cumplimiento es esporádico o débil, la percepción de impunidad erosiona cualquier avance cultural.
En este escenario, la voz de los candidatos presidenciales -recogida en el ejercicio que realizamos junto a ISA Vías- aporta matices, pero todavía carece de compromisos concretos. Siguiendo el orden de la papeleta, Franco Parisi (Partido de la Gente) simplificó su mensaje en la frase "si tomas, no manejes", añadiendo la necesidad de incentivos tecnológicos en vehículos y de conectividad como claves del futuro. Jeannette Jara (Unidad por Chile) enfatizó la importancia de la educación cívica, de campañas comunicacionales y de la participación ciudadana para identificar puntos críticos en barrios y ciudades. Johannes Kaiser (Partido Nacional Libertario) puso el acento en una mayor presencia de Carabineros y en controles en autopistas, además de recurrir al relato del dolor de las familias como herramienta de concientización. José Antonio Kast (Republicano) planteó que el Estado debe mejorar la infraestructura y las condiciones de seguridad de los vehículos, pero subrayó la responsabilidad personal de los conductores. Evelyn Matthei (UDI) propuso reforzar la fiscalización mediante la implementación del CATI y advirtió que el problema es cultural, por lo que la educación y el control permanente -a autos, scooters, peatones y ciclistas- resultan claves. Finalmente, Harold Mayne-Nicholls (ind.) presentó una propuesta integral que combina tecnología, controles aleatorios, campañas permanentes y un sistema de puntos en la licencia de conducir.
Sin embargo, la seguridad vial no debe seguir reducida a declaraciones generales ni a promesas de campaña: necesitamos programas de gobierno con medidas claras, plazos definidos y coordinación intersectorial que integren fiscalización tecnológica, educación temprana, infraestructura segura y acompañamiento a víctimas. La invitación es a que los equipos presidenciales la incorporen de manera visible, concreta y medible en sus programas de gobierno, para que la ciudadanía pueda evaluar con claridad el compromiso real con la prevención y la protección de vidas.
Porque la seguridad vial no es un tema exclusivo del Estado. Involucra a todos los actores del sistema vial: las agencias públicas que deben fiscalizar y diseñar infraestructura segura, las empresas privadas que tienen un rol en la innovación tecnológica y en la responsabilidad corporativa, y la sociedad civil que impulsa cambios culturales, legislativos y acompaña a las víctimas. Solo con la participación articulada de todos será posible avanzar en cambios sostenidos y reales.
En este sentido, valoramos el ejercicio realizado junto a ISA Vías, que permitió instalar la seguridad vial en la conversación presidencial y escuchar la voz de quienes aspiran a gobernar el país. Es un paso relevante que la seguridad vial haya entrado en la agenda pública, pero desde Fundación Emilia creemos que no basta con declaraciones de buena voluntad. Lo que necesitamos ahora son compromisos concretos, medibles y con plazos definidos.
El verdadero balance no se mide en cuántos autos entraron o salieron de Santiago, sino en vidas protegidas. Los países con mejores resultados en seguridad vial muestran un denominador común: niveles de fiscalización mucho más altos y visibles respecto del parque vehicular total. Si en Chile queremos salvar vidas, el esfuerzo de control y prevención debe crecer en la misma medida que nuestra movilidad.
La seguridad vial debe dejar de ser vista como un asunto técnico o estacional. Es un problema estructural que cruza cultura, educación, tecnología y política pública, y debe transformarse en una política de Estado, sostenida los 365 días del año. No podemos seguir contando fallecidos en cada celebración patria. La seguridad vial es ahora.
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