Transporte público del Gran Valparaíso: la pelota al piso

En el Cerro Alegre, un entusiasta ministro de Transporte informaba a la comunidad del Gran Valparaíso sobre la licitación del transporte público de la región para el año 2025. Así, el canto hipnótico captura la atención de la ciudadanía. Pero no hay que perder de vista el peso de las frases o palabras, lo digo porque el ministro dijo "si todo sale bien". ¿Que quiso decir con esto?

Las licitaciones de transporte deben cumplir una serie de condiciones, no solo económicas, sino que también técnicas y legales. Por lo mismo, son procesos que demandan un tiempo considerable de diseño en el que se definen las condiciones laborales de los operarios, los tipos de buses que se usarán, los recorridos a implementar y los cambios que se necesitarán en la vía pública para que los buses no sufran bochornos como el sucedido el día de la presentación. Así, estas licitaciones en general sufren retrasos o ajustes, ya que el intrincado proceso licitatorio tiene una orgánica que se ajusta en el camino. Por ejemplo, una vez liberadas las bases de la licitación comienzan a surgir dudas, las que se abordan por medio de resoluciones exentas, aclaraciones de antecedentes, extensiones de plazos de recepción, etc.

En tres años el Gran Valparaíso tendría un transporte público de calidad y moderno, si todo sale bien, uno de los condicionantes del éxito de este proceso es que esté bien informado a la ciudadanía. Por ejemplo, ¿sabe usted que la implementación contempla tres etapas? De seguro que ahora sí, sin embargo, ¿que implican esas tres etapas? No es posible saberlo, ya que no aparece en la prensa, ni en la página web del Ministerio de Transporte, ni en la de la secretaría regional ministerial de transporte.

No podemos olvidar lo importante que es comunicar bien estos cambios, sobre todo cuando tienen el potencial de generar impaciencia y frustración. Aquí hay un desafío mayor, y mientras todos rememos para el mismo lado el Gran Valparaíso, Dios mediante, tendrá el transporte público que se merece.

Sugiero entonces, un sistema informativo que profundice en las etapas que viviremos con sus objetivos y características, los procesos de licitación y las fechas a cumplir, además de los tiempos estimados para la implementación de los nuevos buses y formas de pago. De esta manera podremos hacer un férreo control democrático al Estado y que este nos cumpla con lo prometido: Un nuevo transporte público al año 2025.

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