El tren es un medio de transporte muy popular a nivel mundial, por su alta confiabilidad y baja accidentabilidad y contaminación. Sin embargo, en Chile su participación a nivel interurbano es todavía muy baja.
Al revisar la partición modal de la carga interurbana a nivel nacional, podemos observar que alrededor del 85% se mueve en camión, según estimaciones del ministerio de Transportes y Telecomunicaciones (MTT).
En el caso del tren, la red EFE sólo alcanza al 4%, cifra que se estima podría llegar al 10% al incluir la carga movilizada en las redes privadas del norte del país, asociadas a la minería.
Estas cifras son muy bajas si se comparan con otras economías del mundo, donde la participación del tren en el transporte de carga puede llegar hasta el 40% de las toneladas transportadas, como es el caso de Australia. Estados Unidos también tiene una alta participación del tren, superando a la carga movilizada en camión.
La pregunta lógica es por qué es tan baja la participación del tren. Revisemos primero las ventajas de cada uno. El camión tiene como ventaja la flexibilidad de sus recorridos, permitiendo viajes “puerta a puerta”, con un tiempo de viaje normalmente menor.
El tren, por su parte, tiene un costo de operación mucho más bajo ($ / ton -km), mayor capacidad de carga y menores externalidades, como accidentabilidad y emisión de CO2. Por lo tanto, el camión en ningún caso tiene ventajas dominantes que pudieran explicar la alta participación de ese modo.
Posiblemente, la explicación de mayor consenso vaya por la alta inversión que requiere el ferrocarril para aumentar su cobertura y velocidad y hacerlo competitivo. Esto se traduce en extensiones de vías, en el mejoramiento del estándar de vías actuales, en la construcción de terminales de transferencia de carga, entre otros. Asimismo, una inversión de este tipo podría generar conflictos con los gremios de camiones, que no siempre los gobiernos están dispuestos a asumir.
Un proyecto de fortalecimiento del tren de carga en ningún caso busca la eliminación del camión, sino el aumento de la competencia y la existencia de alternativas de transporte a lo largo del país, reduciendo el riesgo de desabastecimiento, en el escenario de cortes de ruta. Asimismo, podría generar alternativas de trasporte intermodal, integradas con el camión. El tren es ideal para movilizar grandes volúmenes de carga, lo que podría generar ahorros importantes en los costos logísticos, que favorecerían finalmente a los consumidores.
Una meta razonable es pensar en aumentar la participación del tren a un 20% en los próximos 15 años, siendo consistente con los objetivos de largo plazo establecidos por el MTT. La duda que siempre persiste es la voluntad política y el crecimiento económico del país, que pudieran sustentar la inversión.
La ley de concesiones podría ser una excelente herramienta para adelantar las inversiones y viabilizar un proyecto de esta naturaleza, tan necesario para el país.
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