Las vacaciones escolares de verano son meses donde niñas, niños, adolescentes y jóvenes debieran disponer de muchas horas de tiempo libre en las cuales socializar, jugar y realizar actividades recreativas y deportivas. Para ello, en estos meses se hace especialmente relevante contar con infraestructuras en los barrios que les permitan realizar estas actividades de forma agradable y segura. Sin embargo, junto a la falta de áreas verdes y otros equipamientos al aire libre como canchas, especialmente en comunas con altos índices de vulnerabilidad social, vemos patios de colegios equipados y en perfectas condiciones, pero cerrados y vacíos. ¿Por qué no generar alianzas para abrir estos espacios, potenciando a su vez barrios integrados y comprometidos con el aprendizaje y bienestar de sus miembros?
En Chile estamos lejos de lograr que todas las personas tengan acceso a espacios públicos al aire libre de calidad en su barrio, aspecto que repercute en una menor calidad de vida, sumando otro factor de desigualdad según la comuna de residencia. Por ejemplo, solo el 15,4% de las comunas urbanas cumplen con el estándar de 10m2 de área verde por habitante (Sistema de Indicadores y Estándares de Desarrollo Urbano, INE, 2018), medición que, además, no considera la calidad o mantención de estos espacios.
Una aproximación para abordar este déficit es construir nuevos equipamientos y áreas verdes. Sin embargo, esto es cada vez más complejo considerando los niveles de urbanización de ciudades como Santiago. En este sentido, aparece una vía complementaria con mucho potencial: abrir y activar los espacios al aire libre de las escuelas.
Actualmente, hay más de 11.200 establecimientos educacionales en Chile (Ministerio de Educación, 2022) y el 87% de las comunas urbanas del país cumplen con el estándar de hasta 1.000 metros de distancia a establecimientos de educación básica, con un promedio de 734 metros de distancia (SIEDU, INE, 2020). Pero cada tarde, fin de semana y período de vacaciones, esta infraestructura ya construida se cierra, quedando vacía y sin uso.
Para llevar a cabo programas de apertura y activación de los patios de los colegios, fuera del horario escolar, que potencien comunidades barriales integradas y comprometidas, es esencial contar con los recursos necesarios para su gestión e implementación (personas, presupuesto, capacidades, tiempo, etc.). Así mismo, es igualmente importante que se realice a través de procesos participativos, los cuales articulen y motiven a los diferentes actores (municipalidad, dirección del colegio, educadoras/es, docentes, estudiantes, familias, organizaciones comunitarias del barrio, etc.) a incidir activamente en su entorno o medio. Tal como establece la UNESCO y el Ministerio de Educación de Brasil en la guía para la implantación del Programa Abriendo Espacios (2009), "La posibilidad de participar y de construir colectivamente genera el sentimiento de pertenencia, de fortalecimiento de la autoestima y de búsqueda del bienestar común, que son requisitos para el efectivo ejercicio de la ciudadanía en lo cotidiano".
Abrir los patios de los establecimientos educativos para el uso de vecinas y vecinos, más allá del horario escolar, requiere recursos, así como voluntad y esfuerzos de coordinación de múltiples actores. Sin embargo, es más eficiente y factible que duplicar equipamientos. Adicionalmente, si se trabaja a partir de un modelo de participación activa entre actores escolares, públicos y comunitarios, puede convertirse en una gran oportunidad para fomentar comunidades integradas, empoderadas con la gestión de los espacios barriales y comprometidas con el bienestar de sus miembros.
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