El envejecimiento y la urbanización de la población son fruto de un desarrollo humano que ha sido exitoso a lo largo de los últimos 100 años. Es así como un gran porcentaje de las personas mayores vive en zonas urbanas y se espera que, para el 2050, las personas de 60 y más años representen una cuarta parte de la población urbana total incluso en los países menos desarrollados.
Es sabido que la urbanización está asociada al desarrollo tecnológico y económico de un país y, aunque no siempre ocurre, debería generar el potencial para otras formas de inclusión social, acceso a servicios y nuevas oportunidades contribuyendo al mejoramiento, de manera sostenible, de las condiciones de vida de toda la población. De manera especial, las personas mayores requieren de entornos de vida que aporten y les permitan compensar aquellos cambios físicos y sociales que están asociados al proceso de envejecimiento y a la etapa de la vejez ofreciendo mayores oportunidades de desarrollarse y contribuir en sus comunidades sin temor a la discriminación o la soledad social.
La década del envejecimiento saludable 2021-2030 considera cuatro pilares de acción entre los que destaca el asegurar que las comunidades fomenten las capacidades de las personas mayores a través del programa de ciudades y comunidades amigables, iniciativa promovida por la OMS que, a la fecha, cuenta con más de 1.500 municipios adscritos a su red. Una red mundial que busca incentivar la adaptación de las ciudades a las necesidades de la población que envejece y conectar con la visión común de transformarlas en un excelente lugar para vivir siempre con la plena participación del grupo motor que son las personas mayores. Y es la Región de las Américas, con el apoyo de la OPS, la que se ha convertido en la de mayor crecimiento en esta iniciativa.
El programa de Ciudades y Comunidades amigables promueve la participación de las personas mayores, representantes de la institucionalidad pública y privada y de organizaciones de la sociedad civil en un diagnóstico que analiza la ciudad desde ocho dimensiones: participación social; respeto e inclusión; vivienda; transporte; participación cívica y empleo; servicios comunitarios y de salud; espacios al aire libre y edificios y comunicación e información.
El ejercicio considera la identificación de los aspectos amigables de estas dimensiones como también las barreras, brechas y las oportunidades de mejora. El proceso de postulación comienza una vez que el municipio decide, conminado por los habitantes, adscribirse a la red y consta de un ciclo de mejora continua que considera el diagnóstico, la elaboración del plan de acción, la implementación y posterior evaluación. El reconocimiento de ciudad amigable es renovable y requiere siempre contar con personas mayores organizadas que incentiven y mantengan el trabajo de las autoridades y de la comunidad en general.
En la celebración del 31 de octubre como el Día Mundial de las Ciudades, fecha designada por la Asamblea de las Naciones Unidas, desde el Centro Gerópolis de la Universidad de Valparaíso como de otras instituciones que trabajamos con y para las personas mayores, esperamos que esta conmemoración sea también la oportunidad para relevar el crucial rol que tienen las ciudades y comunidades en la salud y el bienestar de las personas, especialmente las mayores, entendiendo que un ambiente amigable con las personas mayores es un mejor lugar para todos.
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