El conflicto sobre si tiene o no sustento científico la astrología es un tema anterior al actual debate en redes sociales, por lo que me gustaría repasar algunas definiciones, hechos históricos y evidencia científica que permiten comprender a qué se debe esta discusión y por qué se da en la actualidad.
La historia del estudio de los astros está unido a la historia de la humanidad. Nuestros antepasados se maravillaron con el espectáculo que ofrecía el firmamento y los fenómenos que allí se presentaban, siendo una herramienta útil para determinar los periodos de abundancia para la caza y la recolección o aquellos como el invierno en que se requería de una preparación para sobrevivir a los cambios climáticos.
Es así como en casi todas las religiones antiguas existía la cosmogonía, que intentaba explicar el origen del universo, ligando este a los elementos mitológicos. Pero la inmutabilidad del cielo está alterada por cambios reales que el hombre en sus observaciones y conocimiento primitivo no podía explicar, de allí nació la idea de que en el firmamento habitaban poderosos seres que influían en los destinos de las comunidades y que poseían comportamientos humanos. Estos prodigios del cielo se asociaron con la magia y la religión, buscando en ellos la razón y la causa de los fenómenos sucedidos en la Tierra. Esto, junto con la superstición y el poder que otorgaba la capacidad de leer los destinos en las estrellas, dominaron las creencias humanas durante siglos.
A lo largo de la historia hubo muchas propuestas de constelaciones, hay ejemplos históricos de civilizaciones que hicieron sus propias agrupaciones, como los mayas e incas de América, así como tribus africanas y australianas. Es importante señalar que esta manera de agrupar las estrellas es arbitraria, determinada por la forma en que fueron apreciadas por cada grupo cultural.
Esta división del firmamento fue inventada en épocas en las que se creía que las estrellas estaban todas sobre la misma esfera, equidistantes del centro del universo que era nuestro planeta.
A pesar de esto, muchas personas siguen creyendo en una auténtica influencia de los astros sobre su futuro; leen su horóscopo antes de salir de casa e incluso esa lectura condiciona sus actividades. Según la Encuesta Nacional de Percepción Social de la Ciencia y la Tecnología, en Chile la mayoría de la población cree que los milagros existen (65,2%), y a su vez 53,3% cree que lo único cierto es lo que se puede comprobar, evidenciando la posible convivencia de creencias teóricamente en sentidos opuestos o contradictorias. Se observó también que la gran mayoría de las personas (69,8%) cree que es cierta la afirmación "todo el oxígeno que respiramos proviene de las plantas", sin embargo, es cierta parcialmente, pues existe otra pequeña proporción de oxígeno que proviene de las plantas unicelulares que viven en los océanos, entendiéndose que las personas responden en base a los conocimientos más populares.
Eso es consecuencia de la popularización de las pseudociencias y de la cotidianeidad con la que los medios de comunicación abordan este tipo de asunto. Cuando en pleno siglo XXI se gastan millones de pesos en horóscopos, esoterismos, predicciones y cartas astrales, deberíamos preguntarnos a que se debe que esa concepción del universo siga teniendo tan alta aceptación popular pese a que todos los estudios realizados no muestran ninguna correspondencia más allá del simple azar entre las predicciones astrológicas y la realidad.
En un reciente estudio se observó que las personas que presentan creencias pseudocientíficas más firmes también muestran mayor tendencia a desarrollar ilusiones causales en tareas de aprendizaje de contingencias. El término ilusión causal se refiere a la impresión errónea de relación entre dos eventos que no están relacionados entre sí. También se ha descrito el efecto Forer, el que se refiere al fenómeno o evento que ocurre cuando los individuos dan altos índices de acierto a descripciones de su personalidad que supuestamente se adaptan específicamente para ellos, pero en realidad son vagas y lo suficientemente genéricas como para aplicarse a una amplia gama de personas.
La vida está llena de opciones, desde lo mundano hasta lo crítico: imagina que vas a un supermercado a comprar yogur. Hay dos: uno tiene 10% de grasa, el otro es 90% libre de grasa. ¿Cuál escogerías? Por supuesto que son iguales, pero la mayoría de la gente elige la segunda opción, cayendo en algo llamado "efecto marco" -un concepto fue introducido por el Premio Nobel de Economía Daniel Kahneman junto con Amos Tversky que forma parte de la Teoría de las Perspectivas-.
A menudo nos dejamos influir cuando se nos presenta la misma información de diferentes maneras. Las afirmaciones de la astronomía se basan en la observación real y son empíricamente demostrables (siguen el método científico) y, en cambio, la astrología combina la observación con la interpretación, la intuición y la superstición, como ya vimos, por lo que es fundamental enseñar las diferencia para que la población sea menos vulnerable a la influencia de falsas creencias y puedan aplicar el conocimiento derivado de la evidencia para tomar decisiones formadas.
Desde Facebook:
Guía de uso: Este es un espacio de libertad y por ello te pedimos aprovecharlo, para que tu opinión forme parte del debate público que día a día se da en la red. Esperamos que tus comentarios se den en un ánimo de sana convivencia y respeto, y nos reservamos el derecho de eliminar el contenido que consideremos no apropiado