Se dice que a cada generación en Chile le toca su terremoto. Al fijar un momento común vivido en sincronía, los terremotos y otros desastres socionaturales mayores (como la pandemia de Covid-19, por ejemplo) se vuelven momentos que forjan sentires colectivos en torno a la experiencia compartida del mismo fenómeno, aunque esta resulte diversa, única y particular.
¿Dónde estabas el 27 de febrero de 2010?
El 27 de febrero de 2010 me encontraba en Japón, a miles de kilómetros de las costas chilenas, dónde estaba especializándome en diseño sismorresistente de estructuras. Al estar lejos aprendiendo a construir edificios que resistan terremotos, me perdí el terremoto que marcó a mi generación: el 27-F. ¡Qué ironía! Un año después, aun estudiante en Tokio, viví el megaterremoto y tsunami de Tohoku y ya pude decir que yo también había sido "terremoteada".
Es quizás porque no lo viví directamente que me gusta preguntar a quienes cruzo cómo vivieron el 27-F. Esta pregunta simple es como un umbral espaciotemporal que nos lleva a aquel final de verano del 2010, a ese sábado en la noche de fiesta, descanso, trabajo o Festival de Viña. A esos días, semanas, meses e incluso años de la emergencia y reconstrucción, ya sea en la costa, zona central o más lejos del epicentro, incluso para quienes, como yo, ni siquiera estaban en Chile. Quienes estaban relatan los viajes para volver a casa, las noches de vigilias acampando en los jardines o durmiendo en los autos, la devastación o las numerosas acciones de ayuda y apoyo en medio de las réplicas. Quienes no estaban relatan la espera y angustia de tener noticias de sus personas queridas, la organización de eventos para recolectar fondos a la distancia, las imágenes del desastre que empezaron a llegar por las noticias o las redes sociales.
Así, me han compartido relatos conmovedores, chistosos, llenos de aventuras, de detalles cotidianos, de espiritualidad o de reflexiones metafísicas. La pregunta rara vez deja indiferente y permite acceder a muchas historias distintas, a la vez personales y colectivas, con elementos íntimos y otros comunes, a partir de un mismo evento. El terremoto y el tsunami fijaron las memorias de esos días. Al hacerlo, se convierten en recursos valiosos para rearmar recuerdos de lo que fuimos.
Terremotos generacionales: silencios que hablan
A las generaciones anteriores a la mía les tocó el terremoto de Valparaíso de 1985, de Valdivia de 1960, de Chillán de 1939. Los grandes terremotos de Chile han sido contados en diversas obras por poetas y cronistas nacionales e internacionales, captivadas/os por la intensidad del evento o afectadas/os por la magnitud de la destrucción y del dolor.
Y, sin embargo, los relatos del terremoto del '85 son escasos, aun cuando muchas personas que lo vivieron directa e indirectamente están vivas y a pesar de su cercanía temporal. A 40 años de este gran terremoto, cabe preguntarse por los silencios que se han transmitido hasta hoy. ¿Por qué cuesta tanto hablar del terremoto del 85? ¿Por qué subsisten pocos relatos que narran lo acontecido?
El terremoto del 3 de marzo del 85 sacudió un país en dictadura cívico-militar. Ese mismo mes de marzo, el régimen de Augusto Pinochet asesinó a Manuel Guerrero, José Manuel Parada y Santiago Nattino. El sismo ocurrió en un contexto de severa represión política y de censura completa de todos los discursos opositores. Aconteció durante una crisis económica mayor por las reformas neoliberales que afectaron drásticamente las vidas cotidianas de las clases populares y medias, y llevó a una agudización drástica de problemas habitacionales y de subsistencia. Sucedió en una época dónde muchas personas se encontraban en el exilio, sin posibilidades de volver a sus territorios u hogares. Hablar del terremoto del 85 es entonces también hablar de esta sociedad que fuimos, del contexto sociopolítico en que ocurrió.
Es por eso que la bellísima novela "Formas de volver a casa" de Alejandro Zambra me parece como un regalo ante el silencio en torno al terremoto del '85. En ella, el relato de una niñez en Maipú en dictadura se construye con la irrupción del terremoto, entrelazando la memoria personal y social, la literatura, los silencios del trauma, la historia política:
¿Qué me había llevado a narrar el terremoto de 1985? No lo sabía, no lo sé. Sé sin embargo que durante esa noche tan lejana pensé por primera vez en la muerte. La muerte era entonces invisible para los niños como yo, que salíamos, que corríamos sin miedo por esos pasajes de fantasía, a salvo de la historia. La noche del terremoto fue la primera vez que pensé que todo podía venirse abajo. Ahora creo que es bueno saberlo. Que es necesario recordarlo a cada instante. (Alejandro Zambra, "Formas de volver a casa")
Y tú, ¿dónde viviste el terremoto del '85?
A 40 años del terremoto de 1985, en el marco la campaña 1985+40 años de aprendizajes ante desastres, el Programa Riesgo Sísmico de la Universidad de Chile lanzó una convocatoria a relatos para reconstituir parte de nuestra memoria colectiva desde la multiplicidad de los relatos.
La invitación está abierta a todas las personas que vivieron el terremoto, directa o indirectamente. ¿Dónde lo viviste? ¿Cómo te afectó? ¿Cómo era la ciudad, los medios de comunicación, las instituciones? ¿Cómo fueron las prácticas de solidaridad para la emergencia y la reconstrucción? ¿Qué cambió el terremoto y qué dejó intacto? ¿Qué te acuerdas de tu entorno? ¿Qué olvidaste? ¿Qué transmitirías a próximas generaciones? ¿Qué se llevó y qué dejó el terremoto?
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