Este verano tuvo lugar una de las más significativas temporadas antárticas de Chile. El primer hito, a principios de diciembre, fue la expedición Hielo V de la Armada de Chile y el Centro de Estudios Científicos de Valdivia, que confirma las capacidades del país para hacer ciencia en los territorios más extremos, realizando cuatro sobrevuelos a plataformas y glaciares de la península Antártica, con instrumentos de radar y LiDAR de última generación, todos ellos construidos en Chile.
La campaña tuvo una primicia especial: un aterrizaje de una aeronave naval P-3 Orion en la pista de hielo azul del glaciar Unión (79° sur), que abre posibilidades enormes para la exploración de la Antártica profunda.
Luego, el pasado 3 de enero tuvo lugar el viaje del Presidente Gabriel Boric al Polo Sur, constituyéndose en el primer jefe de Estado en hacerlo y el primer mandatario en alcanzar el polo desde el continente sudamericano gracias a la Operación Estrella Polar III, organizada por la FACh. Durante esta operación, el Instituto Antártico Chileno (INACh) recolectó 50 kilos de muestras de nieve de la latitud 90˚ S, para evaluar eventual contaminación atmosférica en el corazón del Continente Blanco. Estrella Polar III se apoyó de manera fundamental en las capacidades logísticas que Chile posee en la Estación Polar Científica Conjunta Glaciar Unión, donde Chile realiza investigación de frontera desde hace más de una década.
A la semana siguiente, el 9 de enero, zarpaba desde Punta Arenas en su primera travesía el flamante rompehielos Almirante Óscar Viel, que comenzó su aventura polar llevando a bordo 4 investigadores e investigadoras pertenecientes al Programa Nacional de Ciencia Antártica (PROCIEN).
Este rompehielos de la Armada cubre una creciente demanda en cuanto a sus capacidades de operación e investigación más allá del círculo polar y también durante el riguroso invierno antártico. En febrero y marzo se realizaron dos cruceros adicionales del Viel, alcanzando por el este el Mar de Weddell y por el oeste la Bahía Margarita, instalando el faro "Piloto Pardo" en los Fuelles de Neptuno de la Isla Decepción, una crucial baliza para el apoyo de la navegación marítima en la zona.
El 4 de febrero se celebró el 30° aniversario de la base "Profesor Julio Escudero" del INACh, la principal base científica de Chile, ubicada en Isla Rey Jorge, aledaña a la Base Frei. Han sido de tres décadas de ininterrumpido apoyo a la ciencia nacional e internacional, habiendo acogido desde 1995 a miles de personas dedicadas a la ciencia, la logística, las comunicaciones, la cultura, el arte y la política antártica. Fue nombrada en honor al destacado jurista que tuvo un rol crucial en la firma del Tratado Antártico y en la promulgación del decreto que crea el Territorio Chileno Antártico.
Un mes después, en marzo, la Base Escudero recibió a una nueva generación de estudiantes y docentes ganadores de la 21ª Feria Antártica Escolar que organiza año a año el INACh, con la presencia del subsecretario del Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación, y la seremi de Ciencia de la Macrozona Austral.
Y ya cerrando el verano, el 29 de marzo pasado, comenzó formalmente a operar de forma permanente la Base Escudero, no solo durante la temporada estival sino también en invierno, con un proyecto científico enfocado en evaluar el cambio climático y su impacto en este sector del Continente Blanco. Esta operación científica permanente complementa y refuerza la Expedición Científica Antártica (ECA), que el INACh ha desplegado ininterrumpidamente durante la temporada estival en los últimos 61 años.
Otro hito de esta temporada, pero que en este caso constituye una mala noticia, es la confirmación por parte de científicos del INACh de la presencia de influenza aviar altamente patogénica (HPAI) H5N1, afectando la frágil fauna del territorio. Diversos equipos científicos, nacionales e internacionales, han estado trabajando en este tema desde el año pasado y han podido detectar la presencia del virus con gran velocidad dada la instalación de dos laboratorios de investigación en las bases antárticas nacionales, desplegando un plan de vigilancia, detección y monitoreo en tiempo real.
La presencia de la influenza aviar se une a la detección de 13 especies invasoras en la Antártica, cuya existencia ha sido detectada desde hace pocas décadas, atribuible a una combinación de actividades humanas en el Continente Blanco y al impacto del cambio climático.
Estas significativas actividades de nuestro país tributan a una investigación antártica nacional que alcanza una madurez y liderazgo que nos sitúa en la vanguardia regional, construyendo sobre el justo legado de ser unos de los 12 países signatarios originales, que hoy suman 29 países consultivos, más otros 29 países adherentes al Tratado Antártico establecido en 1959. Esto, que se mide tanto en productividad como en impacto científico, se vuelve aún más significativo al compararnos con países que invierten muchos más recursos en su despliegue polar.
En resumen, este verano recién pasado fue uno de los más significativos en la historia de Chile antártico, reafirmado el compromiso de continuar aportando a la Política Antártica Nacional desde la ciencia, la paz y la cooperación internacional.
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