Nuevo Ministerio de Ciencias, ¿qué tan conectado podrá estar con el contexto nacional?

Se ha formalizado su creación a través de la nominación de su Ministro y Subsecretaria. Por las festividades, pareciera que este evento asemeja un regalo de Navidad para el mundo de la investigación, pero no es del todo claro esperar un próspero año nuevo para esta nueva entidad estatal.

Si bien este Ministerio ha sido esperado con ansias por académicos de diversas áreas del saber (no solo de las ciencias duras, sino que también de las ciencias sociales y humanidades), los desafíos que se presentan son mayúsculos, muchos de ellos entrecruzados con la contingencia nacional, y por sobre todo con el rol que tiene hasta ahora Conicyt en el desarrollo y difusión de investigación de calidad. Por ahora podrían mencionarse tres retos que son bastantes atingentes.

En primer lugar está la perspectiva y temáticas de género que han sacudido el país en los últimos años.

Sabemos que la sociedad clama por mayor equidad cuando se habla de oportunidades y mejores condiciones para las mujeres. Esto es aún más radical en la esfera académica.

Una reciente investigación que analiza los artículos colaborativos sobre educación chilena publicados en Web of Science (donde se encuentran las revistas más prestigiosas a nivel mundial), encontró que el rol de las mujeres es clave, lo cual también se ha encontrado en otras áreas del conocimiento.

Sin embargo, esto se contradice con el poco apoyo económico que reciben por parte de Conicyt las investigadoras cuando son comparadas con colegas varones, lo cual ha sido incluso reportado por el propio Conicyt, sin dimensionar los efectos negativos que esto puede producir en la carrera académica de las investigadoras chilenas.

En segundo lugar se encuentran los tópicos de los pueblos indígenas, a la luz de los últimos acontecimientos por todos conocidos.

Un simple análisis de los proyectos Fondecyt (la mayor fuente de financiamiento de investigación que ofrece Conciyt) adjudicados en los últimos 13 años, permite corroborar que los temas relacionados con los pueblos aymara y mapuche son mayormente estudiadas por universidades localizadas en el norte y sur de Chile, respectivamente.

Si bien esto resalta la conexión con los contextos locales, no es menor agregar que, al fin y al cabo, la mayoría de la investigación -en cualquier área del conocimiento - proviene de universidades localizadas en regiones centrales, y por sobre todo de la capital del país, indicando un centralismo que atenta con la diversidad de pensamiento que se pretende fortalecer.

Por último, están las políticas tipo accountability que sacuden a la Academia. Así, es posible encontrar que los integrantes de diversos centros de estudios deben publicar en revistas de renombre internacional a modo de cumplir un checklist solicitado por uno de los mayores organismos financistas de sus investigaciones: Conicyt.

Lo anterior ciertamente perjudica los ambientes donde se produce la investigación, y a la luz del desarrollo de capital humano avanzado que ha establecido el país en la última década, no es fácil promocionar condiciones idóneas para futuros investigadores.

Así, como es de esperar, el nuevo Ministerio tendrá que idear una estrategia más allá de la política estatal que de por sí ya involucra, sino que también debería apostar por una simbiosis entre las diversas temáticas relevantes para la sociedad y lo que se desarrolla y promueve desde la investigación, fortaleciendo estos últimos, lo cual permita visualizar un futuro alentador para el país.

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