Robert Redford y Jane Fonda se encuentran 38 años después de su última colaboración juntos en esta cinta del director Ritesh Batra y de los guionistas Scott Neustadter y Michael H. Weber, responsables de productos como “Bajo la misma estrella”, “Ciudades de papel” o la destacada “The disaster artist”.
Este equipo nos cuenta una historia de amor, basada en la novela de Ken Haruf, pero más que de amor, de la necesidad de compañía y cariño, para sobrellevar la soledad de nuestras vidas.
Son tres las colaboraciones previas entre Redford y Fonda, que a través de los años han ido forjando su química en pantalla, con las cintas “La Jauría humana” (1966), “Descalzos en el Parque” (1967) y “El jinete eléctrico” (1979), para llegar a “Nosotros en la noche” o más bien “Nuestras almas durante la noche”, como la traducción correcta indica, que fue estrenada el 2017 y que es una interesante alternativa para quienes están en casa por la contingencia y pueden disfrutar del cine contemplativo y sin estridencias.
Toda una vida compartida por estos dos actores de marca mayor y de un esplendor escénico que convierte a 'Nosotros en la noche' en una estremecedora cápsula del tiempo hacia la vejez (algo que conocen muy bien los seguidores del regreso que tuvo en su momento series como 'Twin Peaks') y que llegó por intermedio de Netflix, la plataforma que está cambiando conceptos para ver cine y que fortalece esta idea debido a la pandemia.
Netflix ha dado cabida a películas que no gozan de la venia de los grandes estudios, cada vez más propensos a buscar la “fórmula segura de taquilla” para llevar al cine, y se han arriesgado con propuestas distintas, como fue la contemplativa “Roma” y la impresionante “El irlandés”, dos proyectos que vieron la luz gracias a la plataforma de streaming, que está entregando libertad de creación a buena parte de sus producciones.
Ver a Robert Redford es como ver a una veterana estrella del deporte que conserva frescos los recuerdos de sus hazañas, pero que baja la velocidad de movimiento de las mismas acrobacias que realizaba hace muchos años atrás, o bien, las redefine.
La rápidez es cosa del pasado, aunque la belleza no, como demuestra el atractivo, e incluso la sensualidad, que percibe en las figuras de los vanidosos y encantadores Redford y Fonda, cuyos personajes se van a la cama con la elegancia de quien va a un baile de gala.
La cama es, de hecho, el centro neurálgico de la historia de Addie y Louis, dos vecinos viudos que acuerdan, tras la inicial propuesta decente de ella, dormir juntos pero con distancia para sobrellevar el peso de la soledad.
Los diálogos, en forma de confidencias, van revelando los traumas de los personajes, que muestran mucho más peso que la observación de los movimientos de Redford y Fonda. Unos diálogos que revelan los temores y esperanzas de unos personajes cuya relación se pone contra las cuerdas, debido a varias normas no escritas de su contexto social, en el de una pequeña localidad próxima a Denver.
Una propuesta distinta, para analizar con detención y sin apresurarse. Quizás es el momento correcto para apreciarla, por el momento de encierro e introspección que muchos estamos viviendo debido a la pandemia.
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