¡Cuidado! Daño colateral

Sergio Canals
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Dicen, que iba a buscar trabajo.Dicen, que fue una “bala loca”.Sólo una bala “perdida”.

Dicen que cayó grácil y leve, como cuando caen las mujeres cuando mueren. Dicen, que le dieron vuelta la cabeza para que no sangrara tanto. Dicen que la mancha de sangre en la calle, se resiste a desaparecer.

Dicen, que sólo vivía en una población.Dicen que fueron narcotraficantes.Dicen que los “narcos”, son los dueños de la población. Dicen que los asesinos sólo son jóvenes.Dicen, que dejó varios niños sin madre.

Dicen, que es la tercera madre que muere de esta manera. Dicen, que era inocente. Dicen que era sólo una mujer de población.Dicen, que sólo era pobre.

Dicen que sólo era nada, o casi nada.

Dicen, que ya la enterraron. Dicen, que fue en una carroza blanca.

Dicen, que muchos la lloraron.Dicen, que casi nadie se dio cuenta.

Dicen, que sus hijos la llaman de noche.Dicen, que ya nadie recuerda su nombre.

Dicen, que usted, y yo tampoco, y es cierto.

Dicen, que nadie marchó el sábado por ella, porque nadie sabe de ella.Pero dicen, que algunos sonrieron de alegría. Fueron las almas de los niños que habitan en el “Memorial de las almas perdidas”. Las decenas de niños muertos también por balas “locas”, que hasta hace pocos días,corrían sin mamás que los cuidaran.

Allí también vive él, el que se colgó. Él, que fue acosado y amenazado en el baño.

Él, que le gustaba el fútbol. Él, que era sensible y más callado. Él, que era “amigo de sus amigos”. Él, que añoraba a su padre ausente. Él, que quería ir a un campeonato en Argentina, pero no tenía plata. Él que tenía una mamá que vendía entonces empanadas y mote.

Él, que estaba en un colegio, donde se incautan “manoplas y cuchillos”, un colegio donde “expulsaron a unas jóvenes por cobrar 500 pesos por practicarles sexo oral a los compañeros”.

Él, que sólo dejó una nota pidiendo perdón a su madre. Él, que sólo escribió finalmente, “me sale todo mal”.

Él, que finalmente, cuando la palabra es muda e impotente frente a la desesperanza que desespera, y la salvación ya no tiene un salvador, cuando él habla ya no habla, porque nada más tiene que decir, él, en el silencio de su dolor y la indignidad, sólo se ahorcó.

Y nadie marchó por él. Y tampoco me recuerdo y recuerdan su nombre.

Y hoy también llora de alegría, porque ésta mamá, sí lo perdonó.

Y lo perdonó, porque ella y ellos ya saben de la muerte y de muertos.

Ellos ya saben del dolor y la injusticia. Ellos ya saben de la pobreza y la indignidad.

Ellos ya saben de la indiferencia y la soledad.

Ellos ya saben lo que es ser sólo un “daño colateral”, sólo un “residuo” a la orilla del río del crecimiento, y un más que dudoso desarrollo.

Ellos ya saben, que “trending- topics”,no serán.

Ellos ya saben, que los relatos los abandonaron, y que nadie marchó por ellos.

(Ojalá que sí lo hagan, “indignados”, estos jóvenes de la nueva revolución.)

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