La creación de nuevas regiones siempre trae consigo un arduo debate sobre sus ventajas y/o desventajas. En el proceso se escuchan voces que señalan que “partiendo al país” no se consigue nada, o se plantea la necesidad de modificar el modelo de regionalización y avanzar hacia “macro regiones”.
Por cierto, ni el segregacionismo ni los macro-regionalistas tienen asidero científico y práctico suficiente que demuestren que aquellos modelos son mejores que un modelo regional “intermedio” como el que se está imponiendo en Chile.
A pesar de las críticas que siempre surgen (hubo críticas a la creación de las regiones de Arica-Parinacota y de Los Ríos) quiero plantear algunas ventajas que me atrevo a sostener traerá consigo la creación de Ñuble Región, tomando como referencia la experiencia de la región de Los Ríos, ya que ambos casos han sido impulsados principalmente por demandas ciudadanas de años por lograr esta relativa autonomía.
El marco de referencia sobre el cual planteo estas ventajas es que las regiones son “sujetos de desarrollo” y no sólo “objetos de inversión pública o privada”, como consecuencia, el rol que juegan las personas y sus organizaciones en el desarrollo territorial de estas nuevas regiones es de vital importancia.
Siendo región, la inversión pública aumentará significativamente en el territorio. En el caso de la región de Los Ríos el año 2007 (año de su creación) el FNDR fue de casi 6 mil millones de pesos. El año 2016 esta misma región cerró con una ejecución presupuestaria de más de 52 mil millones de pesos.
Desde su creación el aumento de la inversión pública año a año ha sido creciente y significativa. Por ejemplo, se han pavimentado caminos que bajo otras circunstancias no se habrían podido concretar, es decir, se ha llegado a lugares remotos que habían esperado años por avances en su sector, escuelas, teatros, hospitales, caletas de pescadores, equipamiento comunitario, se han concretado con mayor fluidez a raíz de la condición de ser región.
Existen mayores posibilidades de avanzar en equidad territorial. Es casi natural que la gestión del gobierno regional se acercará más a las comunas, al ser menos se provocará una mayor intensidad de la relación del aparato público con el territorio.
Se pasará de administrar 54 comunas a administrar 21. Por ejemplo, en regiones una de las causas de la inequidad territorial es la falta de capacidades humanas en municipios para “formular proyectos” y presentarlos al FNDR.
Con esto existen mayores posibilidades que la ausencia de capital humano en municipios para levantar proyectos se estimule con apoyo focalizado de parte de los gobiernos regionales para lograr inversión en los territorios más rezagados. En Los Ríos, avanzar en equidad territorial ha sido una decisión transversal para apoyar a municipios en la formulación de sus iniciativas y esta dimensión ha sido uno de sus sellos.
Existe mayor posibilidad de impulsar procesos de participación ciudadana. La movilización ciudadana que ha precedido a la formación de esta nueva región, es el principal activo de este hecho político y por cierto no debe diluirse. La formación de una nueva región es una oportunidad para que desde su génesis la ciudadanía tenga un rol activo en la gestión pública regional.
No es casualidad que en regiones nuevas como en Los Ríos se haya formado el primer consejo regional de la sociedad civil (y haya servido para motivar a otras regiones) o que allí se haya generado la primera experiencia de presupuesto participativo (llamado fril participativo), donde la ciudadanía organizada decide parte del presupuesto regional. La región de Ñuble no es de la elite política, es de la ciudadanía, por tanto debe existir un mayor control social de parte de ella especialmente en la responsabilidad del desarrollo territorial.
Existe mayor proximidad y cercanía de autoridades regionales con ciudadanos. De manera natural se provocará un mayor acercamiento de las autoridades regionales a las comunas de la nueva región. Con ello se gana en valoración, responsabilidad y rendición de cuentas, se logran relaciones de proximidad importantes y la gestión se acerca más a la realidad cotidiana de ciudadanos y sus organizaciones. Sin duda, se provocará una mayor intensidad en la relación entre autoridad y ciudadano, lo cual le pondrá una urgencia mayor a las demandas que se presenten al gobierno regional.
Que suceda todo lo anterior, no depende de “Santiago o del centro político”, depende de la propia región. Si la ciudadanía “suelta el futuro de su región”, por cierto ganará el statu quo, o se hará lo mismo de siempre.
Por el contrario, si la ciudadanía decide ser protagonista en el futuro de su región, lo anterior y muchas otras innovaciones son posibles de hacer a escala regional. Lo que quiero expresar con esto, es que Ñuble Región, no es una medida de descentralización, es una medida de regionalización, o mejor aún, es el reconocimiento de que en Chile se puede avanzar en una regionalización democrática, empoderando a su gente, empoderando al territorio (Boisier a esto le llamaba construcción social del territorio).
Finalmente, una advertencia. No todos los problemas de los territorios se resuelven siendo región, eso es una gran verdad, pero sin duda se puede avanzar más y mejor en inversión pública, democratización, equidad e innovación en la gestión pública.
Todo ello depende de condiciones locales, de los liderazgos sociales y políticos de Ñuble región, de cuánto impulso ciudadano se le da a esta nueva unidad administrativa. Ahora la responsabilidad de demostrar al país que valió la pena ser región, está en Ñuble, en su territorio, en su gente.
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