En las últimas décadas, Chile ha tenido uno de los crecimientos económicos más acelerados de Latinoamérica. Nuestro país ha sido un modelo de cómo reducir la pobreza y generar más oportunidades para sus ciudadanos. Sin embargo, la baja del cobre y la inobjetable situación internacional condicionaron nuestro crecimiento.
Políticamente, las pocas certezas que entregan hasta el día de hoy las reformas impulsadas por el gobierno de la Presidenta Bachelet, han producido una profunda desconfianza en las “reglas del juego” y en la inversión; el Estado ha aumentado el gasto público, pues el 2016 tuvimos que afrontar un déficit del 2,8%.
Nuestro país está pasando por un periodo económico complejo, este 2017 difícilmente vamos a crecer más de un 1,7%, y eso significa que habrá poco dinero para ir en ayuda de las personas que más lo necesitan, menos financiamiento para los emprendimientos sociales y políticas publicas focalizadas.
Para seguir en el lenguaje de la gente común, no es malo recordar a las autoridades del gobierno central que, cada vez que los vecinos de cualquier comuna de Chile requieren de alguna atención, siempre miran hacia los municipios, con o sin institucionalidad de por medio, ¿o acaso en algún lado de la ley se nos obliga a donar premios a los bingos, el pan para los “solidarios”, bebidas para las peñas o reparar la parroquia? Somos quienes están más cerca que nadie de los vecinos y ciudadanos, y es por eso que sabemos cómo nadie cuando las cosas no andan bien.
Más allá de la pasión política o ideológica, me asusta como alcaldesa, que el gobierno central sostenga que con la reforma a las pensiones que está en carpeta se puedan perder más de 300 mil empleos. Municipios pequeños como el nuestro, los municipios rurales en general, no pueden seguir soportando la carga que esto significa, el Estado ni siquiera nos entrega los recursos suficientes para el adecuado funcionamiento hoy, peor aún con nuevas responsabilidades de facto.
La descentralización no es sólo administrativa o electoral, tampoco una declaración de buenas intenciones. No es posible alcanzar el desarrollo económico si antes no hemos solucionado nuestros problemas en el ámbito regional y comunal. Si la descentralización es sólo una división territorial, significa que la burocracia y los operadores políticos se han impuesto.
La descentralización promueve la participación, por eso significa siempre una pérdida de poder a quienes están en el centro del mismo. Con descentralización acercamos el estado a las personas, a la democracia y a la justicia social.
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