Hemos sido testigos cómo los microbasurales han irrumpido en la Región Metropolitana tras el aumento sostenido de la cantidad de habitantes de la capital y la concentración de más del 40% de la población nacional, sin contar aún con un plan efectivo para su erradicación y dado el impacto que tienen en la salud, y en la contaminación del suelo y las aguas, creo urgente que esta problemática de la vida moderna sea una de las prioridades de las propuestas de los candidatos presidenciales.
Se trata de una realidad más grave de lo que parece, pues casi 1.000 hectáreas están siendo destinadas para estos fines, según cifras de expertos. A nivel de comunas, Recoleta es un claro ejemplo del mal manejo municipal de los residuos domésticos.
Evidentemente, es un asunto complejo por las múltiples aristas a abordar. Es por ello que una política estable en el tiempo debe sin duda hacerse cargo de la fiscalización, aunque no necesariamente en cantidad, sino en calidad y aquí el rol de la innovación es vital.
Por ejemplo, la incorporación de nuevas tecnologías como los drones puede supervisar eficazmente. ¿De qué manera? Estos pequeños aviones piloteados vía remota controlan, miden y reconocen la basura por imágenes, y contabilizan más rápido los desechos para reconvertirlos. Con la información aportada es posible generar estadísticas y, en base a ello, se avanzará en crear mejores leyes.
Sin duda, todo lo anterior será factible si las autoridades perciben tal innovación como una herramienta para facilitar su trabajo y no necesariamente competir contra ellas. Es pertinente que dicha fiscalización sea en conjunto con la Seremi de Salud, a fin de ejercer sanciones ejemplificadoras.
¿Por qué? Existen pocos incentivos para realizar la valorización y la disminución en la generación de estos residuos. Si bien debemos elevar las multas a quienes lanzan basura, más importante aún es prevenir el surgimiento de pequeños, pero numerosos basurales.
En este escenario, cualquier plan con objetivos concretos como elevar las bajas tasas de reciclaje de Chile tiene que incluir la educación y cultura ambiental. Lamentablemente, faltan más iniciativas que enseñen a la ciudadanía la correcta forma de gestionar los desechos, sobre todo, lo que es la separación de origen.
Así, a partir de una visión integral podremos mirar al futuro avanzando hacia el país libre de contaminación, al que nos comprometimos alcanzar, respetando los tratados internacionales suscritos.
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