Balmes, derechos humanos y los medios

Hace sólo unos días falleció en Santiago el gran creador artístico, pintor, muralista, académico de la Universidad de Chile, donde fuera Decano de su Facultad de Artes, profesor también de la Universidad de París, ganador de más de una veintena de premios nacionales e internacionales y con obras suyas en treinta museos y pinacotecas de todo el mundo, luchador social y político, defensor de los derechos humanos, militante y dirigente comunista, el chileno y catalán José Balmes Parramón.

Discípulo de dos grandes de la pintura, Camilo Mori y Pablo Burchard, casado con Gracia Barrios, igualmente gran pintora y Premio Nacional de Artes quien a su vez es hija del escritor Eduardo Barrios (“El niño que enloqueció de amor” ). José Balmes y Gracia Barrios son los padres de la también gran pintora Concepción Balmes Barrios.

Los primeros 12 años de la vida de Balmes transcurrieron en su pequeño pueblo natal de Montesquieu en Cataluña, España, en donde su padre había sido alcalde representando a Izquierda Republicana de Cataluña . Es un hermoso lugar de montañas que todavía hoy no llega a los mil habitantes y está ubicado en la comarca de Osona, cerca de Vic. Los otros 77 años los vivió acá en Chile, sin más interrupción que los años de exilio cuando la dictadura militar.

Había arribado en septiembre de 1939 al puerto de Valparaíso siendo un niño y junto a más de 2 mil de sus compatriotas en el histórico barco Winnipeg que, bajo el gobierno chileno del Frente Popular de Pedro Aguirre Cerda, el poeta Pablo Neruda había conseguido para salvar de los horrores desatados por el fascismo y la derecha española a muchos de los republicanos perseguidos que se encontraban en riesgosas condiciones en Francia.

A este propósito más de una vez Balmes reiteró su gratitud con Chile y en particular con Pablo Neruda y habló de “las deudas de amor que no se terminan de pagar nunca”. A su vez Neruda, como acaba de recodarme una gran amiga, en su libro en prosa “Para nacer he nacido” dice en relación al Winnipeg, “que la crítica borre toda mi poesía, si le parece. Pero este poema que hoy recuerdo no podrá borrarlo nadie”. Y luego explica, “me gustó desde un comienzo la palabra Winnipeg. Las palabras tienen alas o no las tienen. La palabra Winnipeg es alada. La ví volar por primera vez en un atracadero de vapores cerca de Burdeos. Era un hermoso barco viejo, con esa dignidad que dan los siete mares a lo largo del tiempo…

Mi amigo Claudio Iturra, académico y autor de la letra del himno “Venceremos”  recuerda desde Uruguay el tiempo de los Balmes Barrios en Francia y de como “Pepe, Gracia y Conchita su hija, junto a su compañero, se transformaron en activos muralistas en la mejor tradición de las Brigadas Ramona Parra despertando la admiración del público francés por la belleza de su obra y la fuerza de sus mensajes”.

En nuestro país el gobierno de Chile actuando consecuentemente declaró duelo oficial ante la pérdida de tan eminente ciudadano y en la solemne ceremonia del Palacio de Bellas Artes intervino la propia Presidenta de la República. Todo antes que José Balmes partiera al bello lugar de Totoral, allá cerca del mar donde quiso que fuera su descanso final.

Vecino nuestro en Ñuñoa, la vida me dio el privilegio de conocerle personalmente y en aquellos años en que compartimos como miembros del Comité Central del PC pudimos intercambiar y conocer de su propia voz parte de sus experiencias de vida, su interés por los temas de derechos humanos, su estímulo y aprecio por la lucha de familiares de las víctimas y de un grupo de abogados por abrir camino a los procesos judiciales que permitieran alcanzar  verdad y justicia. En una ocasión recibí de sus manos el bello  obsequio de un cuadro suyo dedicado con su puño y letra que es uno de los tesoros preciados que la vida nos ha dado.

Supe también que, terminado el exilio, su padre que permaneció esos años en Chile, retornó a su Cataluña, a su aldea, que alcanzó a reencontrarse con sus amigos y camaradas y se quedó allí para siempre.

No puedo terminar esta nota sin referirme a un hecho que de algún modo da cuenta de lo que es el Chile de hoy y de la realidad de la cultura y la altura que los medios comunican a nuestra sociedad. Y es que, como sabemos, por los mismos días en que murió José Balmes, falleció en EEUU el cantante mexicano Juan Gabriel. Por cierto le conocí y escuché con gusto durante mi largo exilio en México. Le respeto, le aprecio y naturalmente sentí su partida.

Pero que, salvo honrosas excepciones y entre ellas esta  radioemisora, los medios de comunicación de nuestro país durante varios días le hayan dedicado en sus noticiarios y en programas especiales, tanto de televisión y radio, horas y horas durante varios días a cada detalle de la vida y trayectoria del cantante ranchero mientras poco o nada dijeran de la vida y obra de José Balmes, nos decepciona grandemente.

Comprendo y comparto por supuesto el aprecio a la música popular mexicana, vamos, ¡cómo no! si amamos a ese gran país que nos acogió cariñosamente durante años y admiramos su enorme cultura. No es de ellos la responsabilidad de lo que comento. Pero creo que la preocupación menor por la vida y obra de nuestro gran pintor sólo puede explicarse por supina ignorancia o, lo que sería peor, pero no imposible en el Chile de hoy, por una visión política simplemente cavernícola.

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