Investigaciones recientes dan cuenta de altos niveles de estrés en estudiantes de enseñanza secundaria y superior. Esto cobra fuerza cuando hacemos foco en estudiantes universitarios de primer año, quienes tuvieron su primer acercamiento a esta nueva etapa de sus vidas a través de clases por videoconferencia.
En el caso de las asignaturas matemáticas, en particular, ocurre habitualmente que malas experiencias en el colegio, repetición de patrones y conductas, hasta comentarios de gente cercana y los mismos padres respecto a lo complicadas o aburridas que son las matemáticas, son cuestiones que aparecen en nuestros estudiantes, generando el “cuco de las matemáticas”. Sumado a un formato de enseñanza del que no tienen experiencia, esta aversión se profundiza en tiempos de pandemia.
El entorno, y en particular la familia, tienen una alta importancia y no es posible marginarlos al intentar comprender la realidad de los estudiantes en su enfrentamiento a las matemáticas. Perdón,“encuentro” con las matemáticas.
Comencemos ya a reescribir y resignificar, pues estudiar asignaturas de matemáticas no es una batalla. El estudiante mantiene una interacción constante con miembros de la familia, muchas veces imitando actitudes que son percibidas de cercanos. Entonces, si el entorno donde se encuentra está teñido por malas opiniones hacia las matemáticas y malos comentarios, es esperable tener estudiantes que piensen que las matemáticas son difíciles de aprender, aburridas, complejas, o que incluso son odiadas.
Cuando nos acercamos al llamado “cuco de las matemáticas” aparecen componentes tales como emociones, creencias y actitudes que juegan un papel importante en la enseñanza, donde algunos de ellos están fuertemente arraigados en el estudiantado.
Por ejemplo, cuando el estudiante atribuye sus éxitos a factores externos, como la suerte, y sus fracasos a la escasa capacidad, disminuye su motivación y rendimiento, pues al percibirse sin posibilidad de controlar las causas de sus resultados, reduce las expectativas provocando baja autoestima y actitudes negativas hacia las matemáticas.
En esta línea, al encontrarse con contenidos de dificultad mayor es frecuente escuchar a estudiantes afligidos, angustiados o estresados por no encontrar los resultados rápidamente.
O bien, en el encuentro con ejercicios más simples, se generan emociones de entusiasmo, alegría, placer y entusiasmo, lo que da paso a la aparición de una actitud positiva frente a dicho encuentro.
Entonces, ¿cómo avanzar hacia el “encuentro” a las matemáticas y pasarlo bien? Algunos estudiantes me han comentado que les sirve usar post-it en sus cuadernos, o mapas conceptuales.
A esto agregaría los hábitos de estudio, la revisión de ejercicios resueltos, el uso de destacadores en los apuntes de clases, lápices de colores, formularios, síntesis de contenidos, etc. De la misma forma, otros estudiantes han podido descubrir las relaciones entre las matemáticas y el arte. ¡Y precisamente de eso se trata!
Pensemos en el álbum Lateralus de los estadounidenses liderados por James Maynard, TOOL, trabajo artístico basado en la secuencia de Fibonacci.
Desde las letras de las canciones, la duración, los compases, hasta golpes en batería y riffs presentes en muchas de sus canciones, están encajados perfectamente en la secuencia numérica, y con ello en un número irracional llamado phi, también conocido como el Número de Oro. Por cierto, este número también está presente en El Partenón, en la Catedral de Bagdad, en la Catedral de Notre Dame, entre otras manifestaciones artísticas.
Cuando uno era niño y creía en los “cucos” que no dejaban dormir, muchas veces nuestros padres entraban con una lámpara de noche - la que por cierto describe una sombra parabólica - que precisamente actuaba como “espanta cucos”.
Aquí ocurre lo mismo. Especialmente en tiempos difíciles, debemos ser capaces de buscar esa lámpara particular a cada estudiante, pues ese “cuco de las matemáticas” es solo pasajero y luego se va.
Las matemáticas son entretenidas, bellas y de gran utilidad. Desde su empleo en ciencia, tecnología, pasando por el arte y la música, hasta la vida entera. Aprendamos a perder el miedo a las matemáticas, a ayudar a los estudiantes a espantar el cuco que allí está, y sigamos avanzando en el estudio y aprendizaje de esta ciencia y disciplina.
En el estudio de las matemáticas se debe emplear todo lo que se quiera y se crea que pueda ser de ayuda y motivación, permitiendo a la vez el espacio a experimentar y dejar fluir sensaciones que hagan sentir comodidad. Trabajar en esta línea regulatoria favorece la fijación de creencias, aparición de emociones y luego actitudes, que son las variables que los docentes debemos observar y transformar en una conducta que favorezca el proceso de enseñanza y aprendizaje de las matemáticas, sobre todo en estos tiempos.
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