El prestigio de una Universidad

Sergio Canals
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¿“Las universidades con las tomas y paros han perdido prestigio”?

Creo que estas afirmaciones reflejan una  visión parcial y equivocada, que no comparto, de lo que es una universidad, o de quienes las dirigen.

Cito a George Steiner:

“La educación liberal nos conduce a la “dignitas” que hay en el ser humano, a su regreso a su mejor yo”.

“La dignidad del hombre es exactamente eso: la realización de la sabiduría, la búsqueda del conocimiento desinteresado, la creación de belleza. Ganar dinero e inundar nuestras vidas de unos bienes materiales cada vez más trivializados es un pasión profundamente vulgar que nos deja vacíos”.

…“Lo que hoy mata es el despotismo del mercado de masas, y las recompensas del estrellato comercializado”…

La Universidad que palpita desde el punto de vista de este pensador europeo de brillante trayectoria intelectual y académica, es la de un lugar donde se ennoblece el espíritu, donde se cultiva y educa en las humanidades, en la humanidad que es universal.

Es el lugar donde se invita a otros, a los alumnos y la sociedad a “entrar en el sentido”, en el sentido del hombre, de la propia sociedad y la cultura misma,  de la vida en el mundo y el universo.

En su búsqueda de lo absoluto, la verdad y la belleza, cobra sentido el hacer universitario científico-técnico, enlas artes, las humanidades, la filosofía, y la teología, para intentar “que la humanidad descubra su más alta forma de dignidad".

En su búsqueda y relación del sentido del otro, con el otro y desde el otro como persona y ciudadano, en familia y comunidad, con todas sus necesidades y búsqueda de realización y trascendencia, cobran relevancia capital, las ciencias sociales, políticas y económicas.

Para lograr esto último, es necesario que la universidad, una comunidad de intelectuales, profesores, investigadores, y alumnos, esté profundamente inserta en la realidad del país.

Porque es parte fundamental de éste, y porque quienes se están “universalizando”, sólo pueden hacerlo en un diálogo enriquecedor  permanente con el mundo de la vida, con las personas a quienes van a servir (en las dos acepciones de la palabra).

Y desde el momento que la educación misma y el servir son relacionales, todo hacer universitario, es de naturaleza, origen y fin ético, con una ética de la alteridad, basada en la acogida del otro en su radical diferencia, la hospitalidad y la bondad.

El sentido final de una universidad no sólo es el conocimiento, y el pensar y hacer reflexivo crítico, sino contribuir al bien personal y común a través de personas que encarnen en acciones, la esperanza y la lucha por el avance de la humanidad, hacia un mundo mejor (aunque sea a través de tomas y paros).

Esto es lo que les da y dará, real prestigio.

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