Farándula ¿ideología de la nada?
La mejor forma que poseen las élites en un país para gobernar es desviar la atención de los problemas álgidos, importantes, que afectan a la nación, exponiendo una avalancha de proyectos en diversas áreas que oculten dicha existencia y permitan mantener a la población ocupada en lo más insustancial, además de impedir el pensamiento, herramienta que engendra miedo a estos enclaves de poder.
Una ideología es una cosmovisión que provee orientación y principios sobre el desarrollo social y, en este sentido, la farándula provee una forma individualista de ver, enfocar y tratar el mundo, desconociendo las contradicciones reales que aquejan a una población.
La denominada farándula es uno de los campos televisivos más explotados por la capacidad que posee para centrar la atención en lo cotidiano intrascendente, lo minúsculo, haciéndolo parecer lo más interesante que ocurre en la patria, ciudad, el pueblo, la calle o el jet set.
Una primera característica es la creación de una estructura de lenguaje bastante especial puesto que varios participantes se autodenominan opinólogos, lo cual significa un estudioso de la opinión, lo que contrasta con lo dicho en tales programas pues su participación indica usualmente escaso conocimiento de las temáticas tratadas las cuales se vuelven casi universales.
Obviamente el uso de modismos, especialmente leyendo la prensa, logra deteriorar el castellano hasta tal punto que se conforman casi dos idiomas, lo que constituye una forma creativa aunque implica disminución del contexto cognitivo.
Una segunda característica
es transformar lo más simple, que le ocurre a millones de personas, en algo novedoso, extraño, digno de consideración puesto que le ocurre a quienes ellos llaman famosos. Estos son seres comunes y corrientes que logran ser catapultados a través de la reiteración como divinidades cuya vida se vuelve pública.
La intromisión en lo personal se establece como un valor aceptable, destruyendo las categorías éticas que indican el respeto a la individualidad e intimidad. El que estas personas lo acepten, muchas veces como forma de ganar dinero, no lo justifica valóricamente.
Tercero, la búsqueda de la risa para hacer de estos proyectos un producto cómico y agradable, también se utilizan para denigrar y masacrar: la reciente polémica sobre la doctora Cordero, al decir que es feo y llamar indio a Alexis Sánchez, es otra muestra de ello.
Lo destacado es que se sabe que cualquier estupidez que realice uno de los personajes permite un escándalo de proporciones y será bien pagado. Vivir un mundo de fantasía es la meta máxima ya que situaciones como arreglar una uña cortada, cómo desnudarse sensualmente, como olvidar al ser amado
respirando profundamente, y otros tópicos, adormecen la posibilidad de analizar lo vivido. Opiniones ensalzando el que una esposa pueda tener 500 pares de zapatos son ejemplos dicientes.
Cuarto, pese a ser positiva en cuanto no reproduce la telenovela violenta de cada día y propone la sonrisa fácil, su contenido apresa a cientos de miles de televidentes los que pierden su capacidad de análisis, herramienta fundamental para el desarrollo de la Humanidad, dirigiendo la atención desprevenida hacia la nada misma.
En esencia, es un andamiaje legal para movilizar imágenes, mitos, superficialidad, ubicándolos como modelos para seguir.En tanto fomento para el desarrollo de una generación corto pensante, que ha estimulado la banalización de los fenómenos políticos relevantes en la nación, se hace preciso estudiar con seriedad el impacto que causa.
Tal vez la afirmación de la joven estudiante, Yanara Espinoza, es una síntesis clara de su significado en la realidad nacional:
Es una lástima que este Sistema alimente a una sociedad de pura basura, que llenen cada espacio televisivo con personas que lógicamente no tienen vergüenza de mostrarse como tontas, y que ayudan día a día a que crezca el morbo de toda la población ociosa y sin una real conciencia social. Pero me da una lástima desmedida el ver que estos cabecillas, dueños de los medios de comunicación, prohíban y excluyan cualquier propuesta cultural para que los chilenos sean pensantes.
En el momento en que el gobierno regularice y exija una programación que fomente la cultura y exalte a la gente que efectivamente construye el país, instruyendo sobre los efectos de la televisión en la salud e intelectualidad, se podrá afirmar que se ha iniciado el camino sostenible del desarrollo.
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