Entre los días 8 y 10 de noviembre, Valparaíso vivirá una fiesta cultural y patrimonial, que será una muestra patente de la fuerza y vigencia de una gran tradición: El oficio de organilleros y chinchineros. El III Festival Internacional de Organilleros Chinchineros Manuel Lizana Quezada, que reúne a cultores de Chile, México, Suiza y Alemania, no solo celebra un arte que ha resistido el paso del tiempo, sino que destaca el impacto social y patrimonial que esta tradición sigue teniendo en la cultura chilena.
Es imposible hablar de este oficio sin mencionar a la familia Lizana, pilar fundamental en la historia reciente del oficio los chinchineros en Chile. Don Héctor, consumado chinchinero, fue el nexo vivo entre el presente y las generaciones ya desaparecidas de comienzos del siglo XX, compartiendo antiguos saberes y destrezas tanto con su descendencia como con las nuevas generaciones. Su hijo, don Manuel Lizana Quezada -cuyo nombre da vida inspira este festival- no solo fue un gran exponente de la tradición organillera, sino, además, un consumado maestro organero. Su sapiencia y compromiso le permitieron recibir en 2011 el reconocimiento de sus pares alemanes como fabricante de organillos. Junto a su familia, ha sido clave en la difusión del oficio, y fue determinante en la conservación y restauración de muchos organillos, tanto nacionales como mexicanos.
De la mano de Gustavo Muñoz, Omar Chávez, Claudio Cortés, Rubén España y otros linajes de tradición organillera, como los Castillo, los Aravena y los Lara, la familia Lizana impulsó la creación en 2001 de la Corporación de Organilleros de Chile, colectivo que, por su enorme contribución al patrimonio cultural de nuestro país, fue distinguido en 2013 como Tesoro Humano Vivo, el más alto reconocimiento entregado por el Estado chileno en esta materia.
La relevancia de este festival no solo se limita al ámbito local. Este año, delegaciones internacionales de México, Suiza y Alemania participarán en el evento, un hecho que refleja la dimensión internacional que ha adquirido el oficio chileno.
El festival, organizado por la Corporación Cultural de Organilleros de Chile y el Centro de Extensión (Centex) del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, cuenta con el apoyo de la Subdirección de Patrimonio Cultural Inmaterial (PCI) del Servicio Nacional del Patrimonio y la Municipalidad de Valparaíso. El jueves 7 de noviembre, en la sala del Refectorio del Centro Patrimonial Recoleta Dominica, en Santiago, se realizará un hito protocolar para dar la bienvenida a las delegaciones extranjeras, destacando las colaboraciones que el oficio ha tenido en su proceso de internacionalización y las raíces comunes que mantiene con sus pares de otras latitudes.
Celebraremos el oficio tradicional de organillero-chinchinero que, en un proceso de permanente adaptación y resignificación, no solo ha logrado trascender a muchas épocas, tecnologías y culturas urbanas, sino, además, constituirse en la columna vertebral de la economía de nuevas familias, que han llegado al oficio bajo la tutela y orientación de las estirpes más arraigadas.
Así, el mantenimiento de este oficio popular y el proceso patrimonial cobran su mayor importancia en el refuerzo del tejido social de nuestras ciudades, alimentando una identidad que conecta a familias, barrios y comunidades con una música y forma de danzar que fluye del pasado.
Valparaíso, ciudad declarada Patrimonio Mundial de la Humanidad por la Unesco, es el escenario perfecto para este festival. Su arquitectura histórica y su esencia urbana dialogan naturalmente con el arte callejero que representan los organilleros-chinchineros. Es, además, la ciudad puerto, por donde ingresaron los primeros organillos al país hace ya más de 100 años. Así, también, es la ciudad que, mediante decreto alcaldicio de mayo de 2005, le otorgó a la Corporación Cultural Organilleros de Chile el reconocimiento de Patrimonio Vivo de la Ciudad, haciéndole entrega de la Medalla Unesco a cada uno de sus integrantes.
El Festival Internacional de Organilleros y Chinchineros no solo honra a quienes han dedicado su vida a este arte, sino que también nos invita a reflexionar sobre la necesidad de preservar y poner en valor estas expresiones culturales que forman parte de nuestra identidad. Valparaíso será el punto de encuentro donde lo local y lo global se entrelazan, en una celebración que une a las generaciones y fortalece el patrimonio cultural de Chile.
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