El reciente incremento de 42% en el presupuesto del Servicio Nacional del Patrimonio Cultural para el 2025 es más que una cifra en un balance financiero: Es una declaración de principios. Este aumento sin precedentes refleja un compromiso firme del Estado para garantizar que el acceso al patrimonio y a la historia sea un derecho de todas y todos los chilenos, independientemente de su lugar de residencia o condición socioeconómica.
Esta decisión impactará directamente en la vida de miles de personas a lo largo del país. Gracias a este presupuesto, se impulsará la adquisición de 15 nuevos bibliomóviles, lo que asegurará que los libros y contenidos digitales lleguen a los rincones más remotos. Asimismo, se fortalecerán las bibliotecas regionales con horarios extendidos, permitiendo a más personas aprovechar estos espacios como verdaderos centros de encuentro y aprendizaje comunitario.
En el ámbito bibliográfico, la inversión permitirá duplicar la adquisición de libros en bibliotecas públicas y entregar más de 107.000 nuevos ejemplares al año. Esto no solo fomenta el hábito de la lectura, sino que también alimenta la imaginación y el conocimiento de quienes encuentran en estos espacios una puerta al mundo.
El patrimonio cultural, como expresión de nuestra identidad y memoria colectiva, es otro pilar fortalecido por este presupuesto. Sitios emblemáticos como Valparaíso y las iglesias de Chiloé recibirán recursos incrementados en 95%, lo que asegurará su cuidado y conservación, conforme con los estándares internacionales de la Unesco. Además, los programas de fortalecimiento para organizaciones patrimoniales y sitios de memoria garantizarán que las comunidades sean parte activa de este proceso, y salvaguardará tradiciones y relatos que dan forma a nuestra historia.
Pero este avance no solo se trata de preservar el pasado, sino también de proyectar el patrimonio hacia el futuro. En un mundo cada vez más digitalizado, la continuidad del programa Red Digital de Espacios Patrimoniales posiciona a bibliotecas y museos como puntos de acceso gratuito a tecnologías y contenidos digitales. Esto es crucial para cerrar brechas y generar oportunidades en las comunidades más vulnerables, conectándolas con un universo de posibilidades.
Este presupuesto también tiene un rostro humano. Es el de las niñas y niños que, a través de libros, exposiciones y talleres, descubrirán la riqueza de nuestra historia y cultura. Es el de las familias que participarán en actividades patrimoniales, reforzando sus lazos y sentido de pertenencia. Y es el de las comunidades que, al involucrarse en la preservación de su patrimonio, se empoderan y construyen un futuro más inclusivo y participativo.
Todo este esfuerzo no sería posible sin el trabajo conjunto de instituciones públicas, actores locales y las propias comunidades. Cada peso invertido tiene un propósito claro: Llegar directamente a las personas y generar un impacto tangible en sus vidas.
Este presupuesto no solo representa una oportunidad para avanzar, sino también un desafío para seguir trabajando en la preservación y difusión de nuestro patrimonio. La cultura y la memoria son los pilares sobre los cuales se construyen sociedades más justas y cohesionadas. Por ello, esta inversión es un paso firme hacia un Chile que valora y proyecta su identidad en cada rincón del territorio.
Más recursos para el patrimonio significan más oportunidades para las personas. Este presupuesto no es solo una política pública; es un compromiso con la historia, con el presente y con las generaciones futuras que heredarán este país lleno de riqueza y diversidad.
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