Fiasco olímpico
Caras largas, a imagen y semejanza de los protagonistas de un cuadro de El Greco, se vieron en el salón de actos del Hotel Hilton de Buenos Aires cuando se anunció la eliminación de Madrid como candidata a ser sede de los Juegos Olímpicos de 2020.
El tercer intento consecutivo para alcanzar la gloria deportiva universal fracasaba estrepitosamente. Esta vez no pasó ni el primer corte. Estambul la dejaba fuera de juego mientras Tokio tomaba una distancia que resultaría inalcanzable. El varapalo fue mayúsculo.
La numerosa delegación española, encabezada por el príncipe don Felipe y el presidente del gobierno, Mariano Rajoy, estaba convencida que ahora los miembros del Comité Olímpico Internacional se decantarían mayoritariamente por Madrid. Pero no.
La construcción del 80 por ciento de las infraestructuras, mil quinientos millones de euros asegurados para financiar lo que faltaba por hacer, la seguridad bajo control, el apoyo casi unánime de los partidos políticos, de las instituciones y de los madrileños, el aumento considerable de plazas hoteleras talón de Aquiles en las anteriores convocatorias- no fueron suficientes para convencer a los miembros del COI.
¿Que había pasado?
Si hace unos años fue Alberto de Mónaco el cabeza de turco del fracaso por referirse minutos antes de la votación a las amenazas de terrorismo que pendía sobre España (meses después, Londres, la sede elegida, fue centro de ataques extremistas lo que dejó al príncipe monegasco muy mal parado), esta vez se buscaba al culpable del nuevo traspié.
De buenas a primeras se encontró al chivo expiatorio. A un jeque árabe que estaría detrás de grandes negocios con Japón. Tal vez. Podría ser o no.
Pero al enemigo de Madrid no hay que buscarlo tan lejos.
La austeridad invocada por la representación de Madrid para ser sede de los Juegos no fue la mejor baza para conseguir votos. Se dice ahora que entre los miembros del COI prevalece la idea de que unos Juegos Olímpicos son un negocio en el que todas las partes deben obtener ganancias.La capital del reino de España no era, por tanto, la aspirante más acorde con estos principios.
Tampoco convenció a la familia olímpica los alardes del Mariano Rajoy sobre una posible salida a corto plazo de la crisis económica.
Una atleta marroquí, hoy representante de su país en el COI, fue directo al grano. Dijo sin titubear que España debería gastar el dinero en programas para mejorar la calidad de vida de los afectados por la crisis que en unos juegos Olímpicos.
No se puede hablar más alto y claro.
La imagen internacional de los políticos y de las instituciones españolas no puede ser más negativa. La corrupción, de la que no se salvan ni la Corona ni los principales partidos políticos, deja poco margen para confiar en el país. Por mucho esfuerzo del gobierno para vender la marca España,
Si hasta quien fuera representante de los empresarios españoles está hoy en la cárcel por sus malas artes, no es extraño el proceder de una organización, aunque vinculada con el deporte no es ajena a la política y a los malabares financieros. Madrid no les resultó fiable.
El dopaje fue la pregunta incómoda que se le hizo a la delegación española en Buenos Aires. La legislación recientemente aprobada que endurece el castigo a los deportistas tramposos es probable que llegara tarde y no despejó las dudas respecto a los implicados en la llamada Operación Puerto, que puso en evidencia los comportamientos turbios de algunos ciclistas y, de paso, algunos atletas.
El gobierno tiene en sus filas a la que es considerada la mejor atleta española de la historia, Marta Domínguez, actualmente senadora, a la que también se le ha vinculado con el dopaje.
Todo esto pudo haber contribuido a que se dejara fuera de los Juegos Olímpicos del 2020 a una ciudad que se ilusionó con la posibilidad de que se crearan 50 mil puestos de trabajo.
Millones de cesantes soñaban que les cayera esa lotería. Menuda frustración.
También pierden los deportistas que confiaban que al ser Madrid sede olímpica recibirían el apoyo para su preparación. Hoy ven su futuro sombrío. Justamente este año se rebajó el monto del presupuesto destinado a becas de ayuda al Deporte. Madrid 2020 era la esperanza.
Y aún no asumida la derrota, los que pecan de exceso de entusiasmo y nada temerosos de hacer el ridículo, apelan por una nueva candidatura de Madrid. para los Juegos del 2024.
Mientras, en las redes sociales, la alcaldesa de Madrid, Ana Botella, es víctima de todo tipo de comentarios por su insólita intervención en inglés para convencer a los miembros del COI.
Ante tanta desgracia el humor se agradece.
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