El sábado 11 de septiembre de 1937, todos los chilenos y en particular los deportistas fueron felices. La máxima tenista de nuestro deporte, Anita Lizana ganó la final del Campeonato de Tenis de Estados Unidos, convirtiéndose en la primera deportista mujer u hombre de Sudamérica en ganar uno de los 4 campeonatos de tenis que conforman el llamado Grand Slam, Australia, Francia, Inglaterra y EEUU.
Pero antes de recordar esa hazaña, señalemos que este domingo 10 de septiembre, concluyó el Campeonato estadounidense, con la victoria consistente e inobjetable de Rafael Nadal, que ha vuelto en gloria y majestad a consolidarse como número 1 del mundo y a conseguir su 16° título de Campeonatos de Grand Slam, proyectándose seriamente, pues la edad lo favorece, para batir la marca que posee actualmente el suizo Roger Federer con 19 campeonatos de este nivel.
También indiquemos que en la final femenina de este 4° Campeonato del Grand Slam, que el año 37 ganó nuestra Anita, ahora se aseguraba a una estadounidense como campeona. Triunfó Sloane Stephens derrotando a su amiga Madison Keys, reemplazando así en esa faceta a Serena Williams que había sido la última campeona de Estados Unidos los años 2012, 2013 y 2014.
Y como nuestras primeras raquetas individuales Nicolás Jarry y Cristian Garín, tras ganar al francés Hemery y a Girón de EEUU, respectivamente, cayeron en la 2ª ronda con King de Barbados y el macedonio Albot, nuestro interés se situó en los dobles varones.
Aquí la preocupación estaba en la dupla de Julio Peralta y el argentino Horacio Zeballos porque llegaban con muchas posibilidades de avanzar a etapas decisivas. Sin embargo, Peralta y Zeballos vencieron 7-6 6-1 al estadounidense Cerretani y al australiano Polmans pero cayeron en 2ª.ronda con el colombiano Cabal y el argentino Mayer y en ese aspecto para los tenistas nacionales finalizó esta competencia.
Por eso evocamos una vez más a Anita Lizana, la popular “ratita” como se la conoció en el ambiente tenístico chileno, legendaria jugadora que el sábado 11 de septiembre del 37, ganaba la final en la cancha principal de Forest Hills, en el corazón de Nueva York . Ese año el Campeonato, se disputaba sobre césped, costumbre que se mantuvo casi permanente, hasta que en 1978 se inauguró el coloso de cemento de Flushing Meadows donde se disputa por ya casi 40 años.
Luego de sus 6 primeras victorias en dicha competencia, su triunfo extraordinario en la final conseguido ante la polaca Jadwiga Jedrzejowska, la convertía en aquel entonces en la número uno del mundo en el tenis femenino. Pero esa notable hazaña se ha ido olvidando con los años opacada por el recuerdo de los triunfos de Marcelo Ríos, Fernando González, Nicolás Massú, Hans Gildemeister, Jaime Fillol, Patricio Cornejo y de quienes no olvidan las hazañas de Luis Ayala.
¿Podríamos imaginarnos lo que habría sucedido si nuestra gran raqueta Anita Lizana hubiese estado ahora en esa instancia, con una transmisión de televisión vía satélite para todo el mundo, triunfando, levantando la copa de campeona, en la que en 1937 se inscribió su nombre y recibiendo un cheque por 3,7 millones de dólares como premio, como se otorgó ahora?
Anita, nacida el 19 de noviembre de 1915 creció en el club de tenis Mundial, en el corazón de la Quinta Normal, hija de Roberto y de Sofía encargados de la mantención de ese club, junto a sus 5 hermanos Clotilde, Loreto Ricardo Roberto y Juan mirando y respirando tenis.
Desde muy pequeña conoció los secretos de ese deporte guiada por su tío Aurelio, una leyenda de nuestro tenis, y muy pronto destacó a nivel nacional alcanzando el Campeonato adulto femenino con sólo 15 años, debiendo jugar incluso contra los varones de la época ya que no tenía rivales que la inquietaran entre las mujeres.
En 1935, con recursos de los aficionados de diferentes clubes y el apoyo del periodista de tenis José Saldaña, tras ganar por 4 a vez el Campeonato de Chile y el Campeonato de Sudamérica, en Argentina, viajó muy joven a Europa donde en gran campaña conquistó ocho títulos.
Una mejor actuación cumplió al año siguiente en su segundo viaje al Viejo Mundo al ganar varios títulos de dobles y de mixtos, incluyendo su avance a los cuartos finales en Wimbledon, perdiendo con la inglesa Helen Jacobs que fuera la campeona. Se ubicó 5ª en el ranking mundial femenino.
Y en su tercera incursión, el 37, siempre con apoyo económico de la gente del tenis, tras el periplo por Europa donde triunfó entre otras competencias en North Sunderland y Escocia y alcanzó por segunda vez 4°s finales de Wimbledon, siendo derrotada por la francesa Simone Mathieu.
Viajó a Estados Unidos a jugar el Campeonato de Estados Unidos que se disputaba sobre el césped de Forest Hills. Tras 6 victorias consecutivas llegó a la final donde superó brillantemente por 6-4 y 6-2 a la polaca Jedrzejowska. Anita maravilló a todos con su gran actuación luciendo su gran agilidad y desplazamiento haciéndole honor a su apodo, sobre el pasto estadounidense.
Tras la victoria en Forest Hills, el cronista especializado Wallis Myers del prestigiado Daily Telegraph la ubicó en el primer lugar del ranking mundial, que era la forma como entonces se establecía el escalafón internacional.
A su vuelta a Chile Anita fue esperada con gran entusiasmo en el Aeropuerto Los Cerrillos y recibida en La Moneda por el entonces presidente Arturo Alessandri Palma. En Valparaíso fue elegida reina de los Juegos Florales y ovacionada por todos los aficionados.
Al año siguiente Anita viajó nuevamente a Europa pero ya no para seguir triunfando en las canchas de tenis. El motivo era muy especial. Concretó su matrimonio el 14 de julio con quien ganó su corazón el escocés Roland Taylor Ellis con quien se casó y radicó en Dundee, Escocia. De esa unión nacieron sus hijas Ruth Anita, Carol y Carmen.
Volvió a Chile en dos ocasiones en 1966 invitada por el presidente Eduardo Frei Montalva. Recibió el cariñoso saludo de los aficionados en el Estadio Nacional en un encuentro de fútbol. Vino de nuevo al país 23 años después, invitada por José Hinzpeter, presidente de la Federación de Tenis.
Anita falleció el 21 de agosto de 1994. Fue enterrada en Escocia junto a su esposo. Luego de 102 años de su nacimiento, en Chile se la recuerda por el complejo tenístico del Estadio Nacional.
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