Me acuerdo de aquél cuatro de septiembre. Había muchas patrullas en las calles. Llegó “el Negro Morales” a nuestra casa. No sé cómo, pero llegó. Había estado de sitio. “Mataron a Pierre Doubois, dijo, mataron a Pierre Doubois”. Era un tiempo de prensa censurada, televisión dominada por el régimen, sin whatsapp, ni facebook, ni siquiera teléfono teníamos en la casa. Había confusión. Pusimos la radio, no me acuerdo si la Cooperativa o la Chilena, que eran las emisoras que nos permitían captar algo de lo que pasaba.
Nosotros vivíamos en La Florida, lejos de donde había ocurrido el hecho, pero el padre Dubois era emblemático, sabíamos de quién se trataba. Finalmente la noticia se iba configurando como tal, era Jarlán. El padre André Jarlán había sido asesinado con un disparo en el cuello mientras leía la biblia.
André Jarlán fue un sacerdote que trabajaba en La Victoria, una población emblemática en la lucha contra la dictadura. Junto a Pierre Doubois, eran reconocidos por estar permanentemente en apoyo a las causas populares. Con una mirada del cristianismo junto al pueblo, protegiendo a los más desvalidos, siempre.
El sentido de austeridad con el que vivían ambos sacerdotes quedó al desnudo cuando la prensa fue a la casa de ambos. La bala cruzó la pared de la precaria habitación que utilizaba Jarlán. Estos curas vivían con muy poco y hacían mucho. Quizás por eso y también porque estaba en plena oración, es que la muerte de Jarlán es tan emblemática. Es una muestra de que en dictadura no solo asesinaban a quienes emitían una opinión, sino que también a los que oraban por quienes lo hacían.
Pierre Doubois, en tanto, fue un cura que alentaba a seguir un camino no violento, sin embargo acompañaba a sus pobladores en cada acto que existía. Hay registros audiovisuales que lo muestran enfrentando a las fuerzas militares. Los recuerdos de él son siempre al lado de la gente.
El padre Dubois siempre pensó ¿por qué André?, ¿por qué André? Esto lo decía porque él siempre era el que estaba al centro de la revuelta, tratando de evitar que cada protesta se hiciera más violenta. Sin embargo fue Jarlán quien recibió el disparo, en momentos de reflexión.
La casa que habitaron ambos sacerdotes recientemente fue declarada monumento nacional. Este acto solemne, reconoce la entereza de ambos, pero además nos permite avanzar sobre el uso de la memoria como un recurso para construir Chile. Recordar tiene un sentido que va más allá de un simple registro de lo acontecido, de carácter histórico o melancólico.
La Memoria tiene el sentido de encontrarse con nuestro pasado para aprender de el, entender nuestro presente y proyectarlo hacia el futuro. Hoy día necesitamos reconstruir la Memoria, pero no para inhibir el acto de disentir. Claramente hay algunos que pretenden hacer avanzar la idea de que no es conveniente la diferencia porque pueden enojarse los poderosos. Pero dudo que la memoria de estos sacerdotes evoquen a un Chile en la penumbra, solo por el miedo al poder.
Cuando se alzan las voces que dicen Nunca más en Chile no hablan solamente de militares bombardeando La Moneda, sino que también de un control del poder.
André Jarlán fue asesinado por el exceso de la fuerza, porque en dictadura, una patrulla de carabineros disparó y asesinó a un párroco que estaba leyendo la biblia. En este sentido, es importante la comprensión de qué es lo que significa sobrepasar los límites.
Cuando quienes tienen el poder, abusan de el, claramente sobrepasan los límites de lo permitido. Si existe un protocolo de actuación debe quedar claro que ese es el punto crítico.Es claro que son las autoridades quienes deben tener más claro el uso de la memoria.
Invocar a la memoria de la represión también invoca a la memoria de la resistencia. Es conveniente que en algunos momentos nos detengamos a pensar sobre estos temas.
La historia de los dos sacerdotes nos sirven como un punto de apoyo para reflexionar sobre cuál es el camino que estamos recorriendo, pero también el modo en que debemos avanzar por ese camino.
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