El pasado 3 de julio fue el "Día internacional de las Cooperativas", y este año se dio en el contexto de una creciente toma de conciencia sobre las necesidades de cambio en la forma que observamos y nos hacemos cargo de los temas económicos, de las dificultades sociales, de la preocupación por el cuidado y resguardo de nuestros ecosistemas y, por cierto, del cambio en las reglas del orden político que nos debe regir. Todo esto, además, enmarcado en una pandemia.
Entonces, se da la ocasión propicia para mirar lo económico en un sentido más profundo, que no es otro que la búsqueda por alcanzar el bienestar de los habitantes de una localidad, un territorio y de nuestro país. La forma en que desarrollamos la actividad económica es fundamental, pero para poder ser sostenibles debemos considerar una mirada integral de desarrollo. En este sentido, el modelo cooperativo nos provee un notable ejemplo de colaboración, compromiso, construcción en común y solidaridad para con sus asociados, además de respeto por el entorno. Desde nuestro trabajo en Banca Ética hemos podido apreciar la coherencia de fines y propósitos que existe con el cooperativismo.
Las cooperativas, con su esquema de trabajo asociativo, son de alto compromiso con un desarrollo sostenible, lo que cobra cada vez más relevancia en nuestro país. Se han ido formando nuevas cooperativas, en especial por jóvenes que han percibido en esta forma de organizarse una manera horizontal, respetuosa y más equitativa para desarrollar actividades o resolver problemáticas, generando participación y contribuyendo a una mayor equidad y realización personal y comunitaria.
La característica que mejor define la empresa cooperativa en comparación con una tradicional es que el elemento organizador no es el capital sino el trabajo. El capital no domina al resto de los factores productivos, sino que disminuye su poder dentro de la empresa, aunque presione fuertemente sobre ésta desde su posición predominante en el mercado y el entorno sociopolítico.
Los valores específicos de las cooperativas son la ayuda mutua, la responsabilidad de unos sobre otros, la democracia, la igualdad, la equidad y la solidaridad. Del mismo modo, las cooperativas practican algunos valores que comparten con otras empresas, como son la honestidad, la transparencia, la responsabilidad social y la preocupación por los demás.
Todo esto se pone en práctica por medio de los 7 principios cooperativos:
Desde Doble Impacto, con nuestro modelo de financiamiento colaborativo, nos vamos consolidando como un actor relevante para aportar a la solución de muchas actividades que realizan las cooperativas. Tenemos nuestras puertas abiertas y acogemos con gran entusiasmo las propuestas, pues son de total coherencia con lo que nuestra organización persigue en el camino a convertirnos en Banca Ética. Más aún en esta hora en que debemos ser receptivos y aportar a una recuperación de una economía basada en organizaciones que contribuyan decididamente al Bien Común.
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