Del dicho al hecho

La semana pasada el Gobierno nos presentó sus nuevas estimaciones macroeconómicas para este año, elevando la proyección del PIB de Chile de 3,5% a 3,8%. Estas cifras se basan en la proyección del valor promedio de la libra de cobre, el cual se elevó de US$2,88 a US$3,12 para 2018. 

Hay que reconocer que fueron proyecciones optimistas ante el precio del cobre que hoy anota un 16% de caída desde junio  - que por cierto dejó a varios inquietos - sobre todo si a ello le sumamos el convencimiento mostrado de que “el efecto de caída del cobre es transitorio”. 

La inquietud nombrada fue porque más allá de una sostenida estrategia de autocomplacencia, y más lejos aún de la sobre reacción demostrada por la administración de Piñera frente a alguna  contingencia, hubiésemos esperado un mayor nivel de alerta, pues es más que evidente que con una economía con las características de la nuestra - pequeña y abierta - no podemos tomar palco ante la llamada “guerra comercial” entre EEUU y China. 

Por ello celebro que la urgencia se haya hecho acción en quienes manejan la billetera fiscal y de una alerta de reojo pasemos a la reacción con señales claras, como la cita extraordinaria del sector económico para enfrentar los distintos escenarios que se pueden plantear. 

Es efectivo que pareciera más razonable actuar con mayor prudencia considerando la situación de incerteza debido a la situación internacional, donde hay poco que incidir ante varios efectos internos, partiendo por las menores holguras fiscales que puedan existir  considerando que los ingresos fiscales dependen de esta variable exógena. Y es que las materias primas han sido las principales afectadas por el enfrentamiento arancelario, donde una de las consecuencias que los analistas prevén, es una menor demanda del metal por parte de China, su mayor comprador. 

El 4,2% de crecimiento del primer trimestre de este año puede que no se repita y es lógico preguntarse  respecto qué pasará en 2019. Este marco de incertidumbre externa, puede ser un nuevo impulso a generar una verdadera y definitiva agenda de crecimiento fijada desde diversificar la matriz productiva y morigerar nuestra “cobredependencia”. 

Dado el panorama económico global, ese desafío ya es ineludible. 

Es cierto, no estamos inmunes, y una de las medidas anunciadas como profundizar la inserción internacional explorando nuevos mercados del Asia Central, es sólo un paso. Y aunque parezcan medidas aisladas, todos los sectores debiéramos trabajar en fortalecer nuestra economía, y esperamos más en esa línea, como por ejemplo impulsar las pequeñas empresas. Corrientemente hablamos mucho de apoyar este sector, que genera el 40% del empleo, concentrando más de la mitad del total de empresas chilenas,  pero se necesitan instrumentos disponibles para un acceso adecuado de todos los emprendedores. 

Uno de ellos es el proyecto que  crea la Sociedad Anónima del Estado de Intermediación Financiera, INFINSA, que va dirigido especialmente a ese sector de la economía, y que pese a su urgencia deberemos seguir discutiendo en Sala sin haber logrado avanzar a su aprobación en general. 

Frente a la incertidumbre en materia económica, es importante crear certezas que nos permitan materializar medidas como la creación de esta nueva institucionalidad, que si bien requiere mejoras, obedece al compromiso de tener una instancia que pudiera de manera más eficiente entregar una cobertura importante al sector de la pequeña empresa. Por ello insisto, todos debemos pasar del dicho, al hecho.

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