El desafío de la agricultura digital en Chile

La priorización del uso de agua es el gran desafío que enfrenta el país, en el contexto de la sequía actual y de una institucionalidad con cambios inminentes asociados a la nueva Constitución. En este marco, la privatización del agua con perpetuidad definida por el Código de Aguas es la característica que ha permitido el funcionamiento del mercado del agua.

Este mercado ha tenido resultados diversos en la sociedad y aparentemente negativo para algunos ecosistemas y comunidades. La ley asegura a quienes adquieren derechos de agua la certeza jurídica de la tenencia, pero excluye del uso al resto de posibles usuarios. Por otro lado, el uso del agua en actividades productivas de mayor retorno económico ha generado desequilibrios medioambientales y por ende afecta a las personas y su bienestar. Por tanto, el agua en manos de agentes que poseen la mayor disponibilidad de pago es un resultado esperable de la operación de mercado y existen efectos de inequidad distributivas y de externalidades negativas que solo tenderán a profundizarse en el futuro, si no se modifica en forma relevante la gobernanza del recurso hídrico, afectando a las actuales y futuras generaciones.

Uno de los temas relevantes, en este contexto, es el uso del agua para la agricultura y, por ende, la viabilidad futura de la alimentación de la población. Dentro de estos temas, la agricultura digital toma importancia, dada la creciente escasez hídrica, las consecuencias del cambio climático y el futuro marco jurídico del agua.

El riego tecnificado fue la innovación tecnológica para mejorar el uso del agua en agricultura. El concepto básico es regar sólo con el agua necesaria a cada tipo de cultivo mediante el uso de infraestructura especializada. De esta forma se logra mejorar la productividad del sector por mantención de la producción con menos recursos y/o el aumento de la producción con el mismo recurso hídrico. Es posible calificar el riego tecnificado como el precursor de la agricultura digital.

La agricultura digital involucra utilizar nueva tecnología para observar, monitorizar y gestionar actividades agrícolas y otros eslabones de la cadena de suministro de manera integrada. Se busca principalmente mejorar la productividad del sector. Pero dado el nivel de concentración de algunos componentes de la cadena de valor de la industria alimentaria, como son las semillas, fertilizantes, maquinarias, logística de cosecha y comercialización, se podría reforzar la competencia oligopólica, impidiendo que información y el avance tecnológico pueda ser utilizada por otros actores del tejido social agrícola. Esto podría ser motivo de mayor concentración de la industria agrícola, vía grandes corporaciones integradas vertical y horizontalmente, en el mercado alimentario.

Esta futura realidad debería estar considerada en la formulación de una Política Nacional Agrícola, coordinada con otra Política Nacional del Agua, que en conjunto fomente las producciones alimentarias locales y desregionalizadas, así como la promoción e impulso de las pequeñas producciones agroecológicas sostenibles. En ellas, los actores preferentes deberían ser los pequeños y medianos agricultores que estarán en riesgo de desaparición, producto de las economías de escala y alcance que genera y motiva la agricultura digital.

La posibilidad de crecimiento del sector agrícola, como consecuencia de la incorporación de la agricultura digital, debería considerar los efectos distributivos del uso del agua y su encadenamiento productivo. La liberación de parte del recurso hídrico debido al aumento de productividad al aplicar capital privado, pero sobre un bien nacional de uso público, debería ser determinada por regulación directa, para provocar una transformación homogénea del sector incluyendo a pequeños y medianos productores. Esto se fundamenta en que el tamaño de los productores agrícolas en Chile es diverso. Los pequeños agricultores desarrollan esta actividad para subsistencia, como también hay medianos y grandes que generan empleo y actividad económica derivada, por lo cual es fundamental preservar el uso del agua, tanto como un derecho humano como elemento constitutivo de la identidad nacional, sobre todo en el área del agua subterránea, que tienen grandes vacíos regulatorios y de fiscalización, siendo aquella donde la agricultura gravitara en el futuro.

Para lo anterior, es imperioso la vinculación de la agricultura digital con el desarrollo planificado del sector agrícola, a través de la nuevas legislaciones en materia de agua, uso de suelo y modelo de productivo, apoyado decididamente por el Estado, que propicie una coordinación, pero que regule el desarrollo futuro e impida anticipadamente la captura de las variables asociadas a la agricultura digital, entre ellas las de tipo informacional, que sin intervención fiscal, posiblemente solo este disponibles para grandes corporaciones y transnacionales.

El fundamento relevante a considerar es una estrategia pública-privada que reconozca la condición estratégica de la alimentación, junto al uso eficiente del agua, la deseada reducción de la concentración de los recursos productivos y el contexto medioambiental. El sector agrícola heterogéneo, apoyado en la agricultura digital, debe seguir siendo pilar para el bienestar de las futuras generaciones.

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