Las AFP, pilar del modelo económico

Las recientes manifestaciones contra las AFP son una prueba irrefutable de la frustración y sensación de engaño existente, respecto de este mecanismo previsional.

Desde su creación en 1980, en plena dictadura, han pasado 36 años. Tiempo suficiente para ponderar con ecuanimidad la verdad de un sistema impuesto, idealizado bajo la promesa de tener una vejez dignificada por los frutos del ahorro previsional individual.

Las AFP fueron concebidas para reemplazar al sistema previsional de reparto, que operaba bajo una lógica solidaria, donde la población activa y el Estado sustentaban las pensiones. Se esperaba terminar con un sistema previsionalcolapsado y desprestigiado por deficiencias administrativas y de gestión.

Indudablemente, en la concepción de las AFP se integraron cuestiones ideológicas, como el afán de anteponer el interés privado e individual, en desmedro del rol subsidiario del Estado y de la iniciativa colectiva y solidaria. Pero sobre todo, las AFP fueron concebidas como un pilar institucional del modelo económico.

En efecto, luego de la creación de las AFP se implementó, en 1985,el “capitalismo popular”, mediante el cual se traspasaron importantes empresas estatales a la propiedad privada.En esa fase, a las AFP les cupo un rol clave en el desarrollo y profundización del mercado de capitales, actuando en conjunto con la banca, la CORFO y la Bolsa de Comercio. Así se dotó a Chile de un eslabón esencial de una economía capitalista.

De este modo se gestaba en Chile la mayor transformación social y económica de la historia. Y como había que modificar hábitos y costumbres, la industria publicitaria jugó un rol determinante, imponiendo el economicismo cultural. Fue así como el consumo, el espíritu competitivo y el individualismo pasaron a ser parte del alma nacional y motor de la economía.

Es innegable que, a casi cuatro décadas de su creación, las AFP han llegado a convertirse en un gigantesco catalizador de riqueza económica. No solo por administrar 170.000 millones de dólares de fondos de pensiones (60% del PIB), sino porque en virtud de su gran tamaño, su actuación en el mercado de capitales local produce grandes desequilibrios que generan inmensos nichos de rentabilidad.

Sin embargo, los principales beneficiarios de las administradoras de fondos de pensiones no ha sido precisamente los ahorrantes previsionales, sino quienes aprovechan esos nichos que se generan en los negocios donde invierten las AFP. Ello porque éstas no pueden actuar especulativamente ni usar información privilegiada, que son la manera más efectiva de apropiación de riqueza en esos mercados.

También, muchas veces las AFP son utilizadas por agentes económicos exógenos, que le transfieren riesgos de capital no deseados, aprovechando la avidez de las AFP por adquirir instrumentos con riesgos diversificados, en un mercado pequeño como Chile.

Es el caso de La Polar, donde las AFP terminaron absorbiendo importantes pérdidas por participar indirectamente de una estafa comercial de grandes proporciones. Asimismo, cuando la industria salmonera entró en insolvencia por la crisis del virus ISA, ello arrastró a la banca que asumió desproporcionados riesgos crediticios. Luego la apertura a la Bolsa de Comercio de algunas de las principales salmoneras, se convirtió en la gran oportunidad para endosar a las AFP los riesgos de esa industria, precisamente porque las AFP compraron títulos de salmoneras insolventes.

Como pilar fundamental del modelo económico, las AFP han terminado por convertirse en un engendro de aquel viciado “capitalismo popular”, mediante el cual los trabajadores chilenos, con sus fondos previsionales actúan indirectamente en el mercado de capitales.Sin saberlo, indirectamente los trabajadores han contribuido a sustentar un potente mecanismo regresivo de la renta, tanto por solventar pérdidas privadas con recursos sociales, como por transferir riqueza hacia agentes capitalistas.

En la actualidad las AFP invierten según un Régimen de Inversión de Fondos de Pensiones, establecido por la Ley 3.500 de 1980. Dicho régimen establece criterios financieros para definir los instrumentos en que pueden invertirse los fondos previsionales, pero nada dicen respecto de la naturaleza ni del carácter de los negocios subyacentes a dichos instrumentos. Hay ahí un vacío de grandes proporciones.

Entonces no es extraño que muchas inversiones que realizan las AFP estén reñidas con los intereses de los aportantes previsionales, que son los trabajadores.

Tal es el caso de inversiones que realizan las AFP en empresas que se coluden para esquilmar a los consumidores, que financian ilegalmente campañas políticas, que hacen sesudas planificaciones tributarias para eludir impuestos, que restringen el espacio de operación de la pesca artesanal,que vulneran los derechos de los pueblos indígenas, que no respetan el medio ambiente o, derechamente, no respetan a las organizaciones de los trabajadores, como los sindicatos. Surge ahí una fuente de inmoralidad en la actuación de las AFP, la que no está regulada.

En sus 36 años de funcionamiento, las AFP han adquirido una doble responsabilidad social institucional. Por un lado, está su función objetiva, primordial y legal de rentabilizar los fondos previsionales, a objeto de ofrecer mejores condiciones de jubilación a sus ahorrantes. Por otro lado, está esa función subjetiva y secundaria, determinada por su potencial capacidad de generar rentabilidad económica y potenciar externalidades sociales y ambientales, positivas o negativas.

De esas dos funciones, las AFP han cumplido cabalmente su rol secundario, mientras  acumulan una deuda social en su responsabilidad institucional primordial.Prueba de esa deuda social, es que las pensiones que garantizan a un trabajador que ha impuesto durante casi 40 años de vida activa, representan sólo el 30% de la última renta en servicio activo.

La discusión acerca del futuro de las AFP se ha instalado como una necesidad nacional ineludible. Hay que abordarla seriamente, sabiendo que el sistema tiene bondades y serios defectos. En esto no ayudan las posiciones rupturistas. La idea de eliminar las AFP es inviable, tanto como si alguien quisiera eliminar el sistema bancario. El sistema previsional debe ser revisado y reconvertido, como fortalecer el pilar solidario.

Hay que tomar conciencia que los trabajadores, a través de sus fondos previsionales, han adquirido un tremendo poder económico que debe ser utilizado y bien encausado, pudiendo transformarse en una poderosa herramienta para impulsar el bien común, la justicia social y la ética comercial. Quienes concibieron el actual modelo previsional obviaron la potencialidad del poder de los trabajadores, es hora de ejercerlo.

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