Nuestra pésima distribución del ingreso

En el año 1993 siendo Presidente de la República don Patricio Aylwin y Ministro de Hacienda don Alejandro Foxley, escribí un libro titulado “Tareas Pendientes con el Mundo del Trabajo” del cual se editaron 20.000 ejemplares. Su presentación la realizó mi amigo Diego Olivares, actual presidente de la Unión Nacional de Trabajadores.

En sus páginas, textualmente señalaba:

“La concentración del patrimonio genera evidentemente serias restricciones para una justa distribución del ingreso nacional. En efecto, cuando unos pocos grupos económicos toman tan significativamente el control sobre el sector industrial y el sistema financiero, lo natural es que produzca una distribución negativa del ingreso que favorece indudablemente a los sectores con mayor poder y riqueza".

Más adelante se decía lo siguiente:

El Ministro Foxley llamaba la atención sobre los peligros de esta situación en agosto del año 1981".

Como anticipándose a los hechos que hoy están ocurriendo, señalaba en un artículo escrito para el número 301 de la revista “Mensaje”:

“Lo que nos interesa destacar de este fenómeno de la concentración del patrimonio es su repercusión sobre la distribución del ingreso.

La concentración de activos tiende a generar en el mediano y largo plazo una estructura de ingresos más concentrada.



Esto ocurre por dos razones: la primera es que los ingresos dentro de los poseedores del capital tienden a hacerse más concentrados y segundo, que los grupos económicos generan una estructura de salarios relativos con mayor dispersión.



Conocida es la explosión hacia arriba en las remuneraciones de los empleados altos y ejecutivos en estas actividades, a expensas de los que están situados en los niveles mas bajos.



Este fenómeno se transmite a otros sectores. Por ambas razones, es dable esperar una fuerte concentración del ingreso a futuro”.

¡Cuánta razón tenía el Ministro Foxley!

En el año 1993 la Concertación de Partidos por la Democracia solo había gobernado tres años. Hubo tiempo más que suficiente para generar mecanismos rectificatorios, mucho más agresivos que los tibios esfuerzos que se realizaron posteriormente entre 1993 y el 2010.

La mala distribución del ingreso que hoy contemplamos con irritación y consternación, es de responsabilidad de todos, en especial del mundo empresarial y de los partidos políticos.



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