En los últimos meses de este año, he podido observar el surgimiento de diversos concursos pro emprendimiento propuestos por agentes distintos a los tradicionales, Corfo o Sercotec. Algunos de ellos, lo representan universidades, municipalidades y empresas privadas que entregan ayudas económicas como premio a proyectos emprendedores.
¿Cuáles son los filtros que imponen estos nuevos programas? Para postular, se requiere tener ideas innovadoras, presentadas en un formato atractivo, como por ejemplo un video de tres minutos (llamado elevator pitch) el cual busca ayudar a presentar el proyecto ante potenciales clientes o inversionistas, con ideas claras, concisas y resumidas.
¿Qué obtienen los ganadores de estos concursos? Muchas veces sólo se asignan fondos económicos menores, con valores por debajo de los US$ 800 o US$ 1.000 por proyecto ganador.
¿Qué falta en estos concursos? En la entrega de estos fondos, no existe acompañamiento a los emprendedores, ni evaluación de resultados después de un tiempo transcurrido, tras la obtención de los fondos.
Asimismo, si se generan talleres o seminarios académicos para los emprendedores, estos programas suelen ser generales, y no particulares a las problemáticas de cada negocio.
Quizás lo más penoso, es que en estos concursos (de universidades, municipalidades y empresas) no hacen ningún intento por apoyar las redes de contactos de los emprendedores, y menos su real crecimiento. Como consecuencia, estos caen en errores básicos que normalmente provocan que estas competencias solo sean un saludo a la bandera y no se obtengan los resultados esperados para potenciar negocios con oportunidades de crecimiento.
Actualmente, son tantas las ganas que tienen estas instituciones por hablar de emprendimiento e innovación, que en muchas ocasiones crean concursos y programas porque simplemente adquirieron un compromiso en el que estaba previsto hacerlo o hablar de los temas que están de moda, sin entender que se debe ser responsable cuando se promueven este tipo de iniciativas.
De lo contrario, lo que se está potenciando no son emprendimientos con reales posibilidades de crecimiento e impacto en nuestra economía, sino solo negocios que no crecen, y que parecen más emprendimientos por necesidad que por oportunidad.
¿Cuál es la diferencia entre uno y otro? Los emprendimientos por oportunidad se relacionan con emprendedores que decidieron tomar ventaja de una oportunidad en el mercado, cuyo motor principal para iniciar dicha actividad empresarial es la innovación. Por otro lado, los emprendimientos por necesidad se asocian a países en vías de desarrollo y con condiciones de pobreza, pues su creación no contribuiría significativamente al crecimiento económico.
Lo que nuestra economía necesita no son más empresas, sino más innovación. Es por esta razón, que se deben fomentar emprendimientos por oportunidad y no por necesidad.
Si un programa de emprendimiento requiere fomentar de verdad la atracción de negocios innovadores, debiera preocuparse por la posibilidad de otorgar escalabilidad al proyecto, con oportunidades de alcanzar nuevos fondos o alternativas de financiamiento que potencien el crecimiento.
Además, estas instituciones deben plantear la entrega de un capital inteligente, es decir, proporcionar una recompensa en la que no solo entreguen recursos financieros (mil dólares no resulta suficiente para el despegue de ningún proyecto), sino que también integren un programa de acompañamiento y entrenamiento, el cual permita a los emprendedores aprender de procesos de negocios que no conocen.
Quizás lo más importante de este último punto, es que estas instituciones apoyen la generación de redes de contacto para los emprendedores.
Todos quienes transitamos por el camino de la innovación y el emprendimiento debemos entender que ampliar la red de contactos permite fomentar el crecimiento de un negocio, ya que, por un lado, posibilita llegar de mejor manera a potenciales clientes e inversionistas, y, por otro, porque es en ella donde conoceremos a nuestro canal de distribución.
Un programa pro emprendimiento que solo entrega un premio de bajo valor económico, no resulta más que un bonito ejercicio académico, o literalmente, una invitación para potenciar el desarrollo de un mayor número de emprendimientos por necesidad.
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