¿Año Nuevo, educación nueva?

Comienza un nuevo año, un nuevo gobierno y si es que se cumplen los plazos, una nueva Constitución. Todo ello, más diversas declaraciones públicas de personeros de diversas entidades, nos llevan a pensar que se desea crear e instalar una nueva educación, lo cual como enunciado se presenta como atractivo y esperanzador, pero ¿es factible y deseable?

En general, en las ciencias humanas casi nunca hay algo "totalmente nuevo"; siempre se va construyendo sobre lo que otros han creado y se hacen avances que tienen mayor o menor grado de innovación, sumándose a este constructo colectivo que es el conocimiento. Respecto al concepto "innovación", que se ha puesto de moda, llama la atención la liviandad con que se aplica a cualquier elaboración y a la vez, los estímulos o exigencias que se hacen para que todos innoven en algo. Si bien es cierto que, como planteamiento se presenta como deseable, la realidad nos muestra que ello no es así.

Los teóricos e investigadores en el campo del cambio social y por tanto en Educación, señalan que para que haya una verdadera innovación que supone algo nuevo (in-novo), se requiere un conjunto de condiciones externas (históricas, políticas, sociales y culturales) como ciertas habilidades de quienes pretenden realizarlas, además de un conocimiento de lo efectuado en el área en la cual se pretende innovar. Apliquemos esto al campo de la educación.

Para empezar, es necesario revisar tanto la historia de la educación como los estudios más actuales. Son múltiples los ejemplos en los cuales se señala que se ha innovado algo y que corresponden a creaciones que la educación moderna desde el siglo XVII ha realizado y desarrollado en múltiples formas. Revisemos algunos ejemplos: la acción educativa que debe realizarse desde que el ser humano es bebé con una participación activa de ellos; el rol educativo del juego y la importancia de la familia en la labor educativa (Comenio, siglo XVII; Froebel, siglo XVIII); el aprender desde la realidad y vinculado a la vida (Agazzi, siglo XIX; Decroly, inicios siglo XX); el trabajo educativo cooperativo (Freinet, mitad del siglo XX); sobre metodologías y recursos educativos, son cientos las creaciones para todos los niveles educativos. Por tanto, no es que no haya un suficiente y adecuado bagaje de ideas pedagógicas y medios para implementarlas, sino que no se conocen y se pierde así la oportunidad de avanzar realmente.

Respecto a las condiciones, hay épocas, gobiernos, políticas o ambientes socio-culturales que ayudan a generar innovaciones o limitarlas. En este plano, por lo general, no han sido muy favorables las condiciones para innovar en las últimas décadas en nuestro país. El entramado de normativas existentes deja poco espacio para que los educadores innoven y apliquen en especial, sin contar con lo económico que tiene gran influencia.

En lo que se refiere a los "innovadores", hay que tener ciertas habilidades para ello: creatividad, iniciativa, entusiasmo, constancia, estar dispuesto a ser un tanto rupturista en ciertas áreas, junto con capacidad para trabajar en equipo y potenciar a otros en estas mismas habilidades si no las poseen, ya que es más fácil seguir realizando lo mismo que se ha hecho siempre.

Más allá de lo que se plantea en el programa de gobierno del Presidente electo, que siempre puede tener variaciones como se detecta cuando se terminan los períodos gubernamentales, algunos personeros que se plantean como posibles autoridades del sector han señalado más que innovaciones, el avanzar en iniciativas que vienen desde los gobiernos anteriores: la desmunicipalización, la inclusión de una identidad sexual e intercultural, y como prioridad "reactivar escuelas y jardines infantiles", junto con "recuperar la confianza de las familias".

La innovación que se menciona explícitamente es la "creación de un nuevo sistema de currículum académico en todos los niveles educativos". Esta última medida es muy necesaria, porque permanentemente se han escuchado críticas a los currículos sobrecargados, muy academicistas y por tanto, bastante desvinculados de los urgentes temas actuales: cambio climático, pérdida de valores, ciudadanía, humanización, por nombrar algunos.

Ojalá esta medida sea innovadora, participativa, intercultural, con una adecuada selección abierta a los dinamismos de tiempos de incertidumbre, expresado en documentos comunicativos y amables que convoquen a todos a educar en toda instancia. Esa sería la gran innovación: contar con una sociedad educativa. Ojalá, ese sea la oportunidad que nos ofrezca el nuevo año a Chile.

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