El programa Becas Chile, que permite a profesionales chilenos realizar estudios de postgrado en el extranjero, cumplió ya 16 años. Una cantidad de tiempo no menor a la hora de necesitar hacer cualquier análisis de comportamiento y resultados del programa.
La variable que quiero analizar en estas líneas dice relación con el mecanismo de retribución. Esto es, lo que el país obtiene de vuelta como forma de pago al invertir en personas que se especializan en las más diversas áreas del conocimiento.
Actualmente, el decreto 664 que ordena este aspecto reza que el país se hará pago por la inversión con la sola presencia de los becarios al término de sus estudios de postgrado. Hay una ventana de tiempo entremedio llamado "período de gracia", pero al término de éste, quienes fueron becados deben volver a vivir en Chile por una cantidad de años relacionada con los años de la beca y el lugar de residencia en Chile. Una vez en el país, se debe acreditar ante la ANID (exConicyt) la permanencia en Chile, adjuntando un certificado de extranjería que lo acredite. De no hacerlo, o se devuelve el dinero, algo que para la mayoría es inalcanzable, o, se debe enfrentar a la justicia transformado en deudor del Fisco.
Desconozco los argumentos que motivaron este modelo de retribución, pero visto desde la actualidad, no parece ser un buen negocio para el país.
Ahora, entendiendo que la inversión en capital humano es absolutamente menester si queremos seguir dando pasos hacia el desarrollo, y paralelamente brindar alas a los cerebros que las requieren, debemos ahondar en algunas variables que se deben considerar a la hora de un análisis sobre la retribución.
Atendiendo a lo anterior, un grupo no menor de investigadores se reunieron hace años para proponer una "retribución efectiva". Esto es, que quienes fueran beneficiados con la beca acordaran un "plan de retribución", detallando actividades académicas y de creación de conocimiento que fuera en favor del desarrollo del país. De esta forma Chile sí recibiría algo a cambio como "forma de pago" por la inversión hecha. Lamentablemente, y luego del viaje burocrático de la iniciativa, esta no fue firmada por el Presidente de la República de la época, siendo imposible saber el por qué.
El argumento de quienes presentaron la propuesta es simple. El modelo actual no redunda en beneficios para el país y lo propuesto sí. Este año 2024, un grupo de investigadores y creadores ha levantado la propuesta nuevamente. Esta vez, respaldada por una senda encuesta que, con una muestra estadísticamente relevante, reúne información actualizada de los becarios.
Un plan de retribución efectiva obligaría al beneficiado a realizar acciones en favor del desarrollo científico, intelectual y/o artístico de Chile. Esto se traduce en publicaciones de artículos, de libros, de grabaciones, asistencia y realización de congresos, seminarios, clases magistrales, exposiciones, participación en comisiones evaluadoras de fondos científicos y artísticos, actividad académica, y un largo etc.
A la vez, se flexibilizaría la hasta ahora obligatoriedad de volver a residir en Chile, pudiendo realizar lo planteado anteriormente de manera remota. Esto último atendiendo a la realidad. Por un lado y luego de la pandemia, el trabajo remoto es cada vez más habitual, y por otro y más importante, el país no tiene la infraestructura necesaria o avanzada para absorber a todos los becados y por lo tanto la oferta laboral no alcanza a satisfacer la demanda. Pero, estos mismos, profesionales, insertos en centros de estudio, universidades, conservatorios o empresas extranjeras, son un excelente capital a la hora de generar redes, convenios, puentes e intercambio de conocimiento entre nuestra larga y delgada faja de tierra y el resto del planeta.
Por cierto, la implementación de lo propuesto debería ser retroactiva, de lo contrario, los resultados de cualquier cambio se verán reflejados en al menos 8 años más, perdiendo la oportunidad de contar ahora, con la colaboración inmediata de un contingente no menor de pensadores, y, por el contrario, gastando tiempo, dinero y energías en perseguirlos para que paguen, a menos claro que hayan vuelto a Chile, aunque estén sin empleo o haciendo algo alejado de sus áreas.
No quiero entrar en detalles estadísticos de la encuesta realizada, pero se desprende de los resultados que, muchos han postulado a trabajos en Chile sin éxito. Varios de estos mismos han encontrado empleo relacionado con sus áreas del saber en el extranjero, desde donde mucho de lo que hacen se relaciona con Chile. Hay varios que tienen empleos y tributan en Chile, pero por diversas razones viven en el extranjero. Los hay quienes trabajan en Chile y el extranjero. Y un dato no menor, 94,7% de quienes viven en el exterior han realizado actividad relacionada con Chile. Varios han vuelto a Chile para cumplir con el reglamento, pero han visto frustradas sus oportunidades de desarrollo en lugares que sí les ofrecen las condiciones. Tristemente hay varios que, habiendo vuelto, trabajan en algo muy lejano a sus campos del conocimiento y otros están desempleados.
Los datos son muy reveladores y contundentes, y demuestran que el capital humano está, y la voluntad, interés y energías por retribuir efectivamente a Chile también están. Sólo falta la voluntad del administrador del Estado para cambiar el malogrado decreto y así sumar a cientos por el bien del país valorando moralmente e incluso valorizando económicamente su aporte. De lo contrario, manteniendo el decreto como está, seguiremos exigiendo nada a cambio, cortando alas y persiguiendo a quienes están ávidos por contribuir al país.
Finalmente, que no se olvide que el Estado de Chile concedió una beca a un niño de cinco años para estudiar piano en Europa. Ya pasados más de cien años, el señor Arrau sigue y seguirá siendo no uno, sino el mejor pianista del siglo XX, y que, a pesar de nunca haber vuelto a vivir en Chile, fue y todavía es una de nuestras cartas de presentación en el planeta. Y de esos ejemplos hay para escribir cientos de páginas en el campo de las ciencias, las humanidades y las artes.
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