Recientemente el ministro de Educación, Raúl Figueroa, anunció el retorno a clases presenciales para el 2 de marzo próximo, esta de vez de forma obligatoria para todos los establecimientos educacionales.
Luego de dos años de pandemia, de mucho aprendizaje perdido, de nefastas consecuencias socioemocionales y de la cuantiosa experiencia nacional e internacional acerca de la presencialidad como elemento fundamental (incluyendo además de otros países a organismos como ONU, Unesco y Unicef), esto era lo esperable, y más aún exigible, a quien es el principal encargado de velar por la educación en nuestro país.
Veámoslo en números concretos. Un estudio realizado por el Ministerio de Educación y el Banco Mundial en 2020, que analizó el impacto del Covid-19 en los resultados de aprendizaje y escolaridad en el país, mostró que los estudiantes en general podrían perder 88% de los aprendizajes de un año si no asisten a clases de manera presencial. Lo anterior impacta más a las personas de menores recursos, quienes arriesgan verse afectados en 95% de sus aprendizajes y en el caso de aquellos con mayores recursos la cifra es de 64%.
Ante tal brutal realidad, Chile decidió poner a sus niños primero, siendo pionero en la reapertura de escuelas. Para esto priorizó la vacunación de todos los trabajadores de la educación, los cuales actualmente ya han tenido la oportunidad de recibir la tercera dosis en su totalidad; comenzó de igual manera la vacunación de niños y niñas desde los 3 años de edad; implementó un seguro escolar Covid-19; flexibilizó el uso de los recursos SEP e inyectó recursos para infraestructura; entre otras medidas. Todo lo anterior permitió cerrar el año 2021 con 99% de las escuelas y 97% de los jardines abiertos.
Cuesta imaginar que alguien pudiera estar en contra de que los niños vuelvan a sus escuelas, sus lugares seguros para aprender y desarrollarse. Pero existe un gremio en nuestro país, uno de noble y admirable profesión, de personas que dedican o debieran dedicar su vida a la formación de las futuras generaciones, que de forma increíble se ha opuesto sistemáticamente al retorno durante todo este tiempo, llegando incluso a impulsar una acusación constitucional en contra de aquel que trabajaba por la vuelta a la presencialidad.
Esto causa extrañeza hasta que se revisa la institucionalidad del Colegio de Profesores, en donde se señala entre otras cosas que "la gran fortaleza de nuestra organización es tener la capacidad de negociar de hecho y nacionalmente las condiciones laborales, profesionales y salariales de los docentes. Producto de ello, el profesorado tiene la posibilidad de mejorar sus remuneraciones permanentemente por sobre el resto de los trabajadores del sector público. A ello se suma la preocupación por el bienestar de nuestros asociados en los aspectos de asistencialidad, recreación, cultura, casas del maestro, centros vacacionales, y otros". No busque algo relacionado con la educación y bienestar de los estudiantes, porque no lo va a encontrar.
Acorde entonces con su finalidad, el director regional metropolitano del gremio salió a defender los intereses de los primeros vacunados, los cuales al parecer ve amenazados con que los niños y niñas vuelvan de forma segura a las salas de clases. Irónica es su alegación de la "total desconexión con la realidad" del ministro, en circunstancias que los brotes en el sistema educativo durante el 2021 tuvieron un promedio de 1,8%, cifra que se estabilizó y no superó el 1% durante el segundo semestre. Como último recurso aboga por que las familias no enviarán a sus hijos, omitiendo que los establecimientos abiertos por más tiempo terminaron el año con una mayor cantidad de alumnos con asistencia presencial.
Efectivamente, es importantísimo conectarse con la realidad, atentos a los gigantescos daños que causa a los estudiantes no asistir a las escuelas. Fuera de toda discusión está lo fundamental que significa tener las escuelas abiertas. Hay bastante camino andado, pero el futuro es incierto. Ciertamente será un desafío para el próximo ministro o la próxima ministra seguir velando ante todo por el interés y bienestar de nuestros niños, y lograr, en palabras del electo Presidente de la República, que las escuelas sean lo primero en abrir y lo último en cerrar.
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