Educación Técnico Profesional, el desafío es claro

Guido Almagià
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Hace algunas semanas la presidenta Michelle Bachelet anunció la creación de los cinco primeros centros de formación técnica públicos regionales, una medida que merece todo nuestro reconocimiento pues rescatará la responsabilidad estatal con la educación técnico profesional del país.

La reforma educacional impulsada por el gobierno avanza en el Congreso y con ello, la necesidad de resaltar la importancia y contribución de la Educación Técnico Profesional que, en el caso de la enseñanza media, concentra más del 40% de la matrícula del país.

Más del 65% de los alumnos de la Educación Técnico Profesional provienen del primer quintil de población de menores ingresos. Estos jóvenes reportan indicadores de logro educacional de entrada más bajos en relación a aquellos que siguen la enseñanza media científico humanista, sólo el 10%  logra ingresar a la Universidad.

No se puede desconocer la importancia de los Centros de Formación e Institutos Profesionales, que dan acogida a gran cantidad de estudiantes de este sector que no son recibidos por las Universidades. Sin embargo, es necesario reconocer que a estos jóvenes no se les ofrece auténtica igualdad de oportunidades, ni gozan de libertad para elegir su futuro educacional.

En ese sentido, celebramos la puesta en marcha del Programa de Acompañamiento y Acceso Efectivo, PACE, que otorgará apoyo académico y nivelación en educación secundaria a las y los alumnos de los establecimientos más necesitados, entre los cuales mayoritariamente encontramos a los que imparten enseñanza técnico profesional.

Entre otras medidas, también trabajará en la empleabilidad de los futuros egresados.

No es novedad que la necesidad de los sectores productivos de contar con mayor cantidad de profesionales técnicos ha estado al alza en los últimos años.

Distintas organizaciones gremiales, entre ellas la Sociedad de Fomento Fabril, han estimado un déficit de 600 mil profesionales técnicos. La cifra contrasta con la de países desarrollados: mientras en Chile tenemos un técnico cada once profesionales, en países de la OCDE la misma relación es tan sólo uno a dos.

Por todo ello, se hace imperativo que la educación superior técnico profesional se transforme en un agente articulador y puente entre la formación técnica de nivel secundario y los distintos sectores productivos. De esta forma estaremos contribuyendo no sólo a la competitividad del país, sino también a la empleabilidad de las personas.

La Sede Viña del Mar de la Universidad Técnica Federico Santa María actualmente implementa su Programa de mejoramiento institucional que considera una innovación en los diseños curriculares de todas las carreras de formación técnica y un rediseño de la oferta actual en competencias laborales para potenciar la vinculación con la industria y la flexibilización y armonización curricular entre los diferentes ciclos de formación.

Actualmente, la Sede recibe casi 3.500 alumnas y alumnos, en sus programas diurnos de carreras técnicas e ingenierías, más del 50% de ellos de los dos quintiles de ingresos inferiores, un tercio proveniente de la enseñanza media técnico profesional.

Más allá de los logros, el desafío es claro: debemos formar técnicos e ingenieros de alto nivel, con una sólida formación profesional, valórica y de compromiso con la sociedad. Esa es nuestra convicción y hacia allá avanzamos.

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