El proyecto de ley que reorganiza la deuda del CAE y establece el Financiamiento para la Educación Superior (FES) dispone la eliminación de las tres becas más importantes para estudiar en la educación superior: la beca Nuevo Milenio, la beca Bicentenario y la beca Juan Gómez Millas. Esto es señalado en el informe financiero del proyecto, un documento del Ministerio de Hacienda que acompaña a todas las propuestas del Gobierno que significan mayor gasto fiscal.
Las tres becas mencionadas, además de otras cuatro que serán eliminadas, beneficiaron a 105.932 estudiantes y significaron un gasto fiscal de 174.223 millones de pesos el año 2023, de acuerdo con la Contraloría General de la República. Este monto significó 84,9% de lo destinado a becas de arancel de educación superior ese año. El resto se dirigió a becas menores: de cumplimiento de sentencias y acuerdos, de reubicación, de reparación y de vocación de profesor, entre otras.
Las becas que serán eliminadas por el proyecto de ley FES benefician a más de 100 mil estudiantes, de los cuales la mayoría son mujeres de regiones distintas a la Metropolitana, que asisten a instituciones de educación superior acreditadas en categorías avanzada o de excelencia por la Comisión Nacional de Acreditación, y no adscritas a la política de gratuidad. En Acción Educar hemos investigado el efecto nocivo que tendría la implementación del proyecto FES, que elimina todas las alternativas para este tipo de estudiantes. Una de cada 5 estudiantes mujeres en la educación superior vería afectado su acceso a la matrícula.
Sin embargo, no sólo se trata del efecto muy perjudicial de este proyecto sobre el acceso a la educación superior, o sobre la autonomía y desarrollo de las instituciones. La eliminación de las becas de arancel responde a una idea subyacente: la idea de que recompensar el mérito, en una educación de calidad, es inmoral. Esta es la misma idea que sostuvo las reformas escolares de mediados de la década de los años 2010 (i.e. Ley de Inclusión). El lector sabe cómo resultaron esas reformas.
En definitiva, eliminar las becas es eliminar el premio al mérito y perjudicar la equidad de género en la educación superior. Esto sería seguir los pasos del sistema escolar, especialmente aquellos que la ciudadanía hoy desaprueba por sus nocivos efectos sobre la equidad y legitimidad del mismo. Es de esperar que el trámite parlamentario añada esta dimensión a la lista incontable de preocupaciones sobre el FES.
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