Las emociones son fundamentales para nuestro desarrollo y, en este sentido, la promoción de la educación emocional desde la primera infancia resulta vital para el despliegue socioemocional de los niños y niñas, así como para la consecución de una adultez en la que sean capaces de gestionar en todo momento el miedo, la rabia, la tristeza, la alegría y el amor.
En este contexto, favorecer experiencias que les permitan reconocer su emocionalidad y la de otros no sólo les facilitará regular su sentir, sino que también propiciará el que sean cognitivamente muy abiertos y despiertos, aumentando su disposición al aprendizaje independientemente de las circunstancias en las que este se dé.
Sin embargo, hoy en día nos encontramos con el gran problema de que durante su niñez, los padres de los niños y niñas de hoy no recibieron una adecuada educación emocional, hecho que se traduce en que los principales responsables de proveerles herramientas concretas que aporten valor al proceso formativo de los infantes, hoy invaliden o relativicen su sentir perpetuando así las lógicas de antaño.
Desde esta perspectiva, resulta fundamental adquirir una mirada de ciclo vital por cuanto las necesidades de acompañamiento de los niños son profundas y van mutando con el paso del tiempo, de modo tal que cuando nacen necesitan de la interregulación emocional y el acompañamiento permanente de sus padres, hasta otras etapas en la que necesitan de la corregulacion emocional y finalmente la autonomía emocional, que es cuando los niños crecen y son capaces de regular sus emociones de mejor manera, por lo que, en este sentido, es fundamental que los padres entiendan el mundo emocional de sus hijos.
Conforme a lo anterior, es primordial que los padres sepan que son las emociones y porqué son tan relevantes. En primer lugar, debemos tener claro que las emociones son formas de reaccionar frente a un suceso, ante una situación como una respuesta fisiológica que el cuerpo manifiesta. Por ejemplo, si una persona escucha la bocina de un auto, una canción que nos conecta con la memoria emotiva, un choque, etc.
Las emociones surgen como una respuesta rápida de manera automática frente a ciertos estímulos que tenemos en el diario vivir y la atención se fija en la emoción que estamos sintiendo.
Dentro del mundo de las emociones debemos determinar cuáles son las emociones primarias o básicas que tienen todos los seres humanos. Uno de los mayores referentes en el mundo de las emociones, y quien las ha estudiado en profundidad, es el psicólogo estadounidense Paul Ekman, definiendo 6 emociones básicas en todo ser humano: alegría, asco, sorpresa, tristeza, ira y miedo.
Cada una de estas emociones tiene una descripción por sí misma. La alegría viene siendo una sensación agradable de satisfacción y bienestar que me invita al compartir o presentar algún logro, por lo que busco en este regocijo a través del reconocerme feliz y compartir con el resto. El asco o la aversión es también una emoción básica y que busca identificar a través del desagrado algo repugnante que pueda afectar mi salud, por ejemplo, un alimento en descomposición, al olerlo me genera esta emoción que me pone en alerta, algo anda mal y que es mejor no continuar con la acción.
La ira es el sentimiento de enfado que muchas veces nos genera irritabilidad, indignación por alguna situación, a veces considerada injusta. ¿A quién lo le ha pasado que los hijos llegan del colegio y nos relatan enfadados una situación que ellos han considerado injusta? El miedo, la emoción más estudiada en la historia de la humanidad por la mayor cantidad de científicos, y que es una aprensión provocada por una sensación de amenaza, de peligro, hay un balance de mis recursos frente a esta amenaza.
No olvidemos que existe el miedo real (es identificable, tiene un nombre, las causas son externas, la emoción que genera es preocupación) y el miedo imaginario (el principal problema es que le asignamos poder a este miedo dándole paso a la ansiedad. El origen de la ansiedad es difuso, las casusas son internas, están en nuestra mente). La sorpresa es una emoción neutra porque pueden ser positivas o negativas, es un asombro o malestar frente a algo inesperado. La tristeza es aquella sensación de desdicha o infelicidad por el bienestar pasado que ahora lo estoy viviendo como una pena, como un duelo, como algo que no volverá.
Estas seis emociones básicas cuentan con una función adaptativa: la alegría me invita al compartir y al encuentro con otros; el asco genera límites frente a distintas situaciones; la irá genera autodefensa y el miedo nos protege; la sorpresa me invita a la exploración y la tristeza me permite reintegrarme frente un hecho.
Las emociones tienen diferentes características, son de alta intensidad, están presentes en todos los seres humanos, se expresan a través de la expresión facial, independiente que no hablemos el mismo idioma, la expresión de una persona enojada en China será la misma de una en Argentina.
Ahora, si lo pensamos bien, si nosotros como adultos reconocemos menos de 10 emociones en 2 minutos... ¿Qué pasará con nuestros hijos? ¿Cómo estará su mundo emocional? Más aún en tiempos de pandemia. Es esencial y prioritario que nosotros como padres, madres, docentes, educadores, ampliemos nuestro alfabeto emocional.
Para ayudar a los niños a conocer y desarrollar sus emociones podemos, motivarlos a expresar lo que sienten, ayudarlos a conocer sus gustos, necesidades, opiniones, prestarles ayuda si la necesita, mostrarles como reconocer sus errores, y que no es malo cometerlos y explicar la importancia de respetar emociones de los demás, no tenemos que olvidar que, ayudar a descubrir, identificar y diferenciar las emociones, es una forma de educar a nuestros hijos, niños y niñas y así poder construir una mejor sociedad.
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