Lo definitivo: calidad en las prácticas educativas

Estas últimas semanas,  diversas autoridades, parlamentarios, candidatos  y coaliciones  han estado presentando sus propuestas programáticas para el próximo gobierno. Todos señalan que se van a centrar en la primera infancia, siendo la propuesta  más compartida la de continuar aumentando la cobertura del sector. Un diputado, ha propuesto crear  algunos “jardines infantiles de excelencia” siguiendo al parecer la línea de los liceos de ese tipo. Casi todos, señalan un tanto difusamente,  mejorar la calidad.

A su vez, el gobierno en sus cuentas públicas, expresa entre sus resultados, el aumento de la cobertura y la nueva institucionalidad para el sector: Subsecretaría, Intendencia, Agencia de Calidad, además de la actualización de las bases curriculares y el establecimiento del  Marco de la Buena Enseñanza para el nivel, entre otros.  Analicemos estos avances y propuestas, tratando de decir las cosas como son.

Aumentar la cobertura es una política obvia para un nivel que aún no ofrece universalidad y gratuidad para todos los niños y niñas (50,3 % atendido, Casen 2015). Esta medida demanda recursos financieros y  diseño adecuado e implica tensiones fuertes para las instituciones a cargo de ello,  ya que no es fácil implementarla. Revísense los aumentos de los últimos 10 años, y se verá que fue menor que lo ofrecido. Pero  es una medida necesaria y muy atractiva políticamente.

La política de calidad es en todo caso la más complicada porque es multifactorial, requiere tiempo, mucho saber, y es difícil de implementar, a la vez que es  poco visible para efectos políticos.

En ello, todo lo realizado en el actual gobierno ayuda pero no determina per se  el cambio en las prácticas educativas. Se requieren factores controlables y otros, más sutiles. Entre los primeros,  están mejores locales, las condiciones laborales, los marcos regulatorios, pero además una asesoría técnica constante y profesional, que casi no la tiene el sector. Muy importante es además la baja del ratio adultos-niños, en lo cual no ha habido  mayores cambios, y de hecho aún persiste en el nivel de transición el que hayan 45 niños con un educador de párvulos y una técnico en una sala.  Así, es difícil hacer algo mejor que la homogeneizante  sobre escolarización.

Lo sutil,  la credibilidad en los procesos de cambio que se están proponiendo; confianza en el educador como un profesional de la educación capaz de hacer sus propuestas educativas adecuadas sin tanta normativa. A la par,  es fundamental  que el propio docente se sienta valorado en su actuar como un profesional que está haciendo un aporte sustancial en la formación de las nuevas generaciones, en concordancia con las familias de los niños y niñas. Y esto último, es difícil en el Chile de hoy.

No basta lo que se haga en el Jardín Infantil o la Sala Cuna, la familia es siempre el primer y sustancial  formador, y esta familia  chilena está muy tensionada, con poco tiempo para sus hijos, y bastante estresada. Por ello, que el proyecto de bajar las horas laborales, es bueno para los niños  y los adultos.  En fin, se requiere un país, pensando en sus párvulos  realmente,  por ejemplo, con espacios públicos suficientes y adecuados para ellos, con bibliotecas y museos donde puedan ampliar sus experiencias y curiosidad.

Por todo lo dicho, no es fácil que avancemos en lo profundo en la educación de la primera infancia, pero es posible, si se tienen en cuenta medidas sustanciales como las ya esbozadas y otras que agregamos.

La coordinación del sector con todas las instituciones y organismos es aún un desafío, ya que las diferentes instituciones de ejecución continúan en diversos aspectos con líneas propias. 

La instalación  de las bases curriculares actualizadas en un contexto de Reforma Educacional, requiere el diseño de un programa de implementación sistémico de  mejoramiento de  la calidad en lo pedagógico, que centre  su foco en  instalarla  efectivamente en cada sala o espacio educativo donde se ofrezca este nivel.

Para ello, más que la normativa, el avance está en lo que hemos destacado, en lo sutil y complejo de la acción educativa.

Cuando ello se reconoce y se implementa, podemos hablar en realidad de calidad en las prácticas educativas que generen ambientes enriquecidos para los párvulos, para que desarrollen en la confianza y apertura, su maravilloso potencial. De lo contrario, seguiremos en lo mismo.

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