La cultura democrática

"Con la democracia se come, se educa, se cura", dijo en épocas electorales incansablemente el expresidente argentino Raúl Alfonsín, el padre de la democracia moderna en el país vecino. Eran momentos álgidos, donde la dictadura cívico-militar se terminaba a través de las urnas, sobreponiéndose el discurso de paz y esperanza en aquel 1983.

Pero aquel "rezo laico y oración patriótica" tiene una trascendencia aún más profunda. En nuestro país, el fenómeno de la despolitización social surtía efectos entre aquellas generaciones que crecieron durante la transición, donde los sufrimientos y los causantes de la dictadura se mantenían aún presentes, y donde -hasta el día de hoy- su estructura constitucional originaria ha logrado prevalecer, con los cambios propios de un clivaje de 45 años de vigencia. La expresión democrática fue meramente electoralista, sin que permeara una forma de convivencia social narrada en clave de derechos humanos.

La década de 2010 demostró, con el bucle presidencial como el síntoma y la crisis social de 2019 como la herida expuesta, que algo no andaba bien. La convulsión social puso en jaque algo más profundo que el modelo en sí mismo, sino que nuestras propias interrelaciones humanas. Las voces históricamente menospreciadas y humilladas buscaban su espacio justo en la razonabilidad colectiva, reducidas por el discurso hegemónico.

Largos seis años han pasado de aquel entonces, entre pandemia, dos procesos constitucionales fallidos y liderazgos políticos que aún buscan la manera de reconectar con una ciudadanía desilusionada, que son también síntomas de que la crisis estallada no ha sido superada, tan solo contenida y encauzada. Sin embargo, su única cura sin infligir más sufrimiento, es lograr entender que la cultura democrática parte desde nuestras relaciones sociales. Hoy, abrumados en algoritmos, encandilados por la inteligencia artificial, fatigados por la precariedad laboral y la ausencia en el acceso a derechos sociales básicos, minando nuestra propia salud mental, y expuestos a la complejidad del delito, produce que nuevamente emerja el cuestionamiento respecto a si es la democracia el problema. Y esa duda es tierra fértil para la semilla populista y demagógica: liderazgos que apelan al odio, la violencia y la rabia para ofrecer soluciones fáciles coartando derechos y libertades, de quienes no temen invocar las armas cuando sientan sus intereses en peligro por parte de quienes sintonizan con el dolor de las personas.

Hoy, entender la cultura democrática es clave para hablar desde la tolerancia, la empatía, el sano entendimiento y la responsabilidad. Parte en nuestros hogares, derogando los roles de género concebidos como naturales, en que la mujer es quien sirve alimentos a la familia, y el hombre proveedor es quien se sienta en un lugar privilegiado en la mesa. Con esa democracia se come.

Parte por hablar de la diversidad, del amor, de la comprensión, del respeto. De ejercer autoridad consciente y formativa, pero también desde la cercanía y la guía en los momentos de angustia. Con esa democracia se educa. Parte por dar cobijo a quienes más lo necesitan. Por la solidaridad social, la responsabilidad colectiva, y el aseguramiento de derechos básicos como la educación, la salud y la previsión social. Con esa democracia se cura.

Porque la verdadera libertad no se encuentra en el individualismo salvaje ni en las recetas autoritarias, sino que quienes gozan de mayores privilegios han de empatizar con aquellos quienes sufren el flagelo de trabajar incesantemente y no saber si les alcanzará su sueldo para llevar el pan a su mesa. Y la solución a ese temor no está en los discursos incendiarios, el retroceso institucional, la sangre ni el dolor. Está en encarnar una auténtica cultura democrática.

Desde Facebook:

Guía de uso: Este es un espacio de libertad y por ello te pedimos aprovecharlo, para que tu opinión forme parte del debate público que día a día se da en la red. Esperamos que tus comentarios se den en un ánimo de sana convivencia y respeto, y nos reservamos el derecho de eliminar el contenido que consideremos no apropiado